Reportajes

/, Coronavirus, Inmigración, Racismo, Vivienda/Cuando tu apellido te sentencia

Cuando tu apellido te sentencia

“Oye, ¿no sabrás de algún piso que se esté alquilando?”. “Sí, al lado de mi casa, en mi pueblo se alquila uno, pero a nosotros no nos lo alquilan”.

2020-10-31T10:11:07+01:0031 octubre 2020|Bilbao, Coronavirus, Inmigración, Racismo, Vivienda|Comentarios desactivados en Cuando tu apellido te sentencia

Por: Laura Fontalba @ladylauura

“No nos puede preocupar la piedra cuando todavía tenemos que enfrentarnos al monte”, este proverbio árabe quizás pueda ayudar a explicar que no podemos estar hablando de “microracismo” cuando, todavía, el racismo mas feroz y salvaje está muy presente en la sociedad.

Para cualquier persona que se plantea alquilar un piso, esto no supone más trabajo que encontrar el piso ideal, ya sea a través de algún portal de internet o a través de una inmobiliaria, iniciar los tramites necesarios con el propietario o inmobiliaria encargada y mudarte a tu nuevo hogar, sin mas complicación.

Para cualquier persona con apellidos árabes, esta tarea, teóricamente sin complicaciones, se convierte en una pesadilla, en una lucha constante contra los prejuicios, en demostrar que tu apellido es árabe, pero cumples con los pagos, que tu apellido es árabe pero que nunca has tenido conflicto con los vecinos, que tu apellido es árabe pero que no destrozarás el piso, que tu apellido es árabe y, en definitiva, ERES PERSONA.

Lo mas grave de todo es que se está normalizando una forma de actuar racista y clasista que prejuzga y califica a las personas simplemente por su nombre, apellidos o rasgos faciales. El rechazo absoluto y desvergonzado por parte de inmobiliarias y propietarios hacia estas personas se está convirtiendo en algo muy habitual sin que nadie, absolutamente nadie, esté haciendo nada al respecto.

Sin pretender ser dramático o exagerado, quiero dejar claro que esto es una realidad tangible que pasa en la calle, solo hace falta acercarse a las personas que lo sufren para darse cuenta que, de forma casi silenciosa, se está normalizando un apartheid inmobiliario que asusta. En mi caso personal, llevo más de dos meses buscando un piso para alquilar, ya que el piso en el cual vivo con mi madre y mi hermana está demasiado deteriorado debido a la antigüedad de la finca; en este piso llevamos más de 11 años.

Cuando comencé a buscar piso, y aún habiendo escuchado sobre la dificultad de encontrar piso cuando tus apellidos son árabes, no creía que me fuese a encontrar con el racismo cara a cara, no creía que pudiese ser tan evidente el desprecio hacia determinadas personas solo por sus apellidos o rasgos, no quería creer que el país donde crecí, me formé, del cual me siento parte y al cual aporto social y económicamente mi grano de arena como cualquier ciudadano, de repente, me estuviese señalando, apartando y, casi, crucificando, y ¿por qué? Porque mi nombre es Mohamed, Ali, Ahmed, Taleb, Said… qué más da, si como me dijo la recepcionista de una conocida inmobiliaria: “sois siempre los mismos, aquí no queremos problemas”.

Esta conocida inmobiliaria de un municipio cercano a Bilbao tenía publicados tres pisos en alquiler, la contacté en cinco ocasiones, diferentes días, interesado por ver cualquiera de los pisos que estuviese disponible o que ellos estuvieran dispuestos a alquilarme. En las cinco ocasiones que llamé, el cuestionario era el mismo: “¿de qué país eres?”, “¿tienes nóminas o cobras algún tipo de ayuda?”, “¿cuántas personas vivirán en la vivienda?”,“¿nombre y teléfono?”. Tras contestar a este cuestionario, me aseguraban que “el agente encargado de estos pisos me contactaría para concretar una cita” y, aún habiendo llamado en cinco ocasiones, en diferentes días y contestando hasta en cinco ocasiones al mismo cuestionario, nunca me contactó ningún agente. Razón que me llevó a ir personalmente a esta inmobiliaria y ver qué es lo que estaba pasando, puesto que los pisos, ocho días después de mis llamadas, seguían publicados y disponibles en todas las webs de alquiler de viviendas.

Al llegar a las oficinas de la inmobiliaria, la recepcionista me volvió a tomar los datos y hacer el mismo cuestionario, sin prestar ninguna atención a mi explicación cuando le decía que ya contesté a ese cuestionario en cinco ocasiones, como si se buscase casi vacilar o que desapareciese de su vista cuanto antes. Te hace el cuestionario y te despide con un: “el agente encargado ya te contactará”, de forma casi robótica y sin el tacto ni intención de aparentar un mínimo interés.

Tres días después, nadie me contactó, por lo que decidí llamar y hablar claro: ¿cuál es la verdadera razón por la que no se me atiende como a cualquier otro cliente?, ¿son mi nombreo mis rasgos? Al decir esto, me contestaron que ellos “aquí no querían problemas” y que “siempre somos los mismos”, acto seguido colgaron. ¿Realmente tengo que aguantar todo esto por el simple hecho de interesarme por un piso en alquiler?, ¿Realmente tengo que aguantar el desprecio y el insulto solo por tener un nombre o apellidos árabes?, ¿Lo tengo que aguantar?.

Decidí redactar un email explicando todo lo sucedido, las veces que llamé, las veces que respondí al cuestionario y la forma en la que fui tratado. En el email que le dirigí a la inmobiliaria acababa diciendo que usaré todos los mecanismos que estén a mi alcance para denunciar este trato racista, clasista y denigrante que he sufrido por parte de sus agentes, les comenté que lo haré a través de una queja al Ayuntamiento de ese mismo municipio, en redes sociales y a la asociación SOS Racismo. A los 10 minutos de enviar este email, recibí una llamada, era la propietaria de la inmobiliaria, una conversación que duró 30 minutos en la que esta señora solo intentaba justificar que ellos “no son racistas” y que ella, personalmente, “tenía amigos africanos”. Le recordé que mi queja no era contra ella personalmente, ni si quiera era contra la recepcionista, sino contra esa forma de funcionar que tienen como inmobiliaria donde se normaliza el racismo y donde el trato y la atención varía de un cliente a otro. Ella se disculpó y dijo que iba a hacer llegar el mensaje a sus empleados “para que no vuelva a ocurrir”. Yo le prometí que no denunciaré su inmobiliaria de forma directa.

Debo dejar claro que esto no es un caso aislado, que esta no es la única situación racista ni acto que he vivido y sufrido en esta búsqueda de piso. Esta escena, de un modo u otro, se repite continuamente donde inmobiliarias o propietarios te tratan con amabilidad y total disponibilidad para enseñarte su piso, pero, a la hora de tomarte los datos o quedar en persona y ver que eres árabe, este trato cambia de forma radical y vienen las excusas. He escuchado muchas, pero mi favorita es cuando, tras una conversación corta y sin notar en mi acento “nada raro”, me dan paso a concertar una cita esa misma semana, pero a la hora de tomarme los datos y ver que mi nombre es árabe rápidamente dicen: “espera, creo que ayer justo se alquiló, ya lo siento”; y ves cómo el piso sigue disponible en su escaparate expuesto o en cualquier web por semanas.

También es alarmante el hecho de que incluso los propios inmigrantes árabes están aceptando esto, creo que el hecho de sufrir este racismo de forma continua hace que, de algún modo, se acabe asimilando como algo “normal”. En muchos casos, al encontrarme con “paisanos” les pregunto: “Oye, ¿no sabrás de algún piso que se esté alquilando?”, y la respuesta suele ser: “Sí, al lado de mi casa, en mi pueblo se alquila uno, pero a nosotros no nos lo alquilan”.

“A NOSOTROS NO NOS LO ALQUILAN”, quizás en esta frase se resume todo.

Creo que tanto autoridades locales como el gobierno deben estar al tanto de este problema y tomar medidas para concienciar a sociedad y empresas de este sector. Tiene que haber medidas que protejan a esta minoría totalmente acosada y despreciada; garantizar, de algún modo, no el derecho a la vivienda, sino el derecho a ser tratados como PERSONAS. También pienso que los medios de comunicación deben resaltar este problema, ya que, como dije antes, no son casos aislados o particulares, sino una problemática totalmente extendida y casi normalizada en la sociedad.

TALEB A.S.E.K.

Denunció los hechos en SOS Racismo-Bizkaia

Suscríbete a nuestro Boletín