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Cartografiando el cuerpo con Lidia Luna a través de la escritura y narrativas más allá de la luna

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”

2019-11-17T16:11:10+01:0017 noviembre 2019|Bilbao, Feminismo|1 comentario

“Imagina tu cuerpo como si fuera un mapa. Haz un recorrido por las diferentes partes que lo forman y escribe un pequeño texto para cada una de ellas, contando lo que vas encontrando en tu viaje: ¿Qué paisajes hay? ¿Qué huellas? ¿Qué ecos? ¿Qué maravillas naturales? No hace falta que respondas a estas cuatro preguntas como si fuera un cuestionario; úsalas como guía, en la medida en que te inspiren. Si quieres, puedes añadir dibujos a tu texto”.

Hay tantas vivencias como personas; todo lo que vivimos deja una huella, sucede a través del cuerpo. Para ello, la psicóloga, escuchadora y contadora de historias, Lidia Luna, organizó este taller “Cartografiando el cuerpo: Escritura y Narrativas”, dirigido a mujeres y realizado en la sede de Ecuador-Etxea en Bilbao, para explorarlo a partir de lo que otras autoras escribieron sobre él; pero, sobre todo, a partir de su experiencia. No hay respuestas buenas ni malas, acertadas o erróneas; todas valen, todas suman. Abordando las identidades, las promesas, los emblemas, el deseo, las heridas, cicatrices, ecos y el autocuidado, lo que han querido, justamente, es aventurarse más allá de lo normativo, de los márgenes establecidos, de las creencias que se interiorizan desde pequeñas; para borrar, ampliar o fortalecer las fronteras de sus cuerpos.

 

Sobre Lidia Luna:

De profesión soy psicóloga; de vocación, escuchadora y contadora de historias, dos cosas que considero imposibles de separar. Una vez alguien dijo de otra psicóloga que “jamás llevaría a nadie a un lugar en el que ella no hubiera estado antes”, algo que siempre tengo presente: acompañar, respetar los procesos de cada persona, conocer en carne propia el efecto de las técnicas antes de aplicarlas.

Desde 2015 estoy enredando en Narrativas y otras lunas. Es un proyecto de autoempleo que surge de mi experiencia profesional y personal, así como del deseo de construir una ocupación coherente con mi forma de entender el mundo. Creo que como personas poseemos cuatro tesoros: la palabra, la imaginación, la relación con la naturaleza y la relación con otras personas. Habitar el mundo, tejer redes de afecto y cooperación, formularnos preguntas, buscar respuestas, soñar. Contar y contarnos.

Cuando era pequeña andaba siempre con un libro en las manos y la cabeza llena de historias propias o ajenas. Jamás me pregunté qué quería ser de mayor: si acaso, marisabidilla, como aquellos barbudos de la antigua Grecia que conocían el cielo, los eclipses y el origen de casi todo. Después quise ser un montón de cosas, pero estudié psicología y he ejercido mi profesión desde el año 2001. Aunque se quedaron en el camino los eclipses y algunos cuentos, he aprendido mucho sobre las emociones, sobre cómo funcionamos las personas, sobre mis propios procesos. También he tenido la suerte de conocer gente maravillosa y entusiasta capaz de compartirse y crecer, de poner su granito de arena con el convencimiento de que, como escribió Galeano, “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

Un día me di cuenta de que, de los diferentes espacios en los que he trabajado, lo que más me gusta, además de leerlas y escucharlas, es contar historias y ayudar a otras personas a contarlas. Empecé a formarme en comunicación para el cambio social, crónica periodística y otras técnicas de narración.

Como psicóloga he utilizado las técnicas del constructivismo, he impartido formación sobre técnicas narrativas a profesionales, y las he usado en el ámbito de la intervención psicosocial grupal e individual.

Como lectora, preguntona y aprendiz de narradora, durante los últimos diez años he participado en talleres de creación literaria —como alumna y, en dos ocasiones, como coordinadora— . He estudiado asignaturas de arte y filosofía y he leído toneladas de libros. He llenado varios cuadernos. He viajado, me he perdido, he tratado de explorar siempre nuevos lugares dentro y fuera de mí. Por suerte, sigo convencida de que no hay respuestas definitivas, ni creencias inmutables, ni verdades absolutas.

Más información en Narrativas y Otras Lunas.

Un comentario

  1. Rocio Arauz 18 noviembre, 2019 en 11:18 pm

    Al leer a Lidia Luna, me transporto y quiero seguir leyendo sus relatos, siento que el espíritu de las mujeres está lleno de relatos, de emociones y muchas emociones que no las dejamos salir también. Me gusta tu trabajo y me gustó mucho esta frase » gente capaz de compartirse y crecer » sí es uno de los tesoros y un arte, sabernos contar a nosotras mismas como son nuestros andares y nuestras vidas….que lindo saber que en cualquier punto del planeta hay otra mujer dispuesta a escuchar… Abrazos y lindo conocertre

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