Por Kurdistanekin Elkartasun Ekimena, Women Defend Rojava y Euskal Herriko Emakumeon Mundu Martxa
El 9 de enero de 2013, fueron asesinadas en París tres luchadoras revolucionarias kurdas: Sakine Cansiz (Sara), Leyla Söylemez (Ronahi) y Fidan Dogan (Rojbin). La conmoción fue inmensa y desde entonces personas del todo el mundo viajan cada año a París para recordar a las compañeras, compartir el dolor y la rabia, denunciar la impunidad del triple asesinato perpetrado por un estado, Turquía, en el corazón de una Europa cada vez más cómplice. Pero también nos reunimos en todo el mundo cada 9 de enero para continuar la esperanza, la perseverancia y celebrar el amor infinito por una vida libre de fascismo, feminicidio y opresión, una hoja de ruta que estas compañeras escribieron en sus cuadernos de resistencia.
Sakine Cansiz fue miembro fundadora del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Fidan Dogan era representante del Congreso Nacional de Kurdistán (KNK) y Leyla Söylemez pertenecía al movimiento juvenil kurdo en Europa. Traemos sobre la mesa de nuevo el concepto FEMINICIDIO, porque sabemos cómo opera el sistema patriarcal atacando desde una mentalidad fascista a las mujeres que son pioneras revolucionarias, defensoras de los territorios, luchadoras por una vida libre. Recordemos como históricamente los movimientos populares de mujeres han sido objeto de intimidación y han sido atacadas de manera sistemática: las hermanas Mirabal en República Dominicana, Rosa Luxemburgo, la activista baluche Karima Baloch, Gladys del Estal en Euskal Herria, Forouzan Safi en Afganistan, Zara Alvarez en Filipinas, Hanan al Barassi en Libia, Berta Cáceres en Honduras, Emilsen Manyoma en Colombia, Leonela Tapdasan en Filipinas, Laura Vasquez Pineda en Guatemala, Nora López y Estelina López de Chiapas, Otilia Martínez en México, Marielle Franco en Brasil, Sêvê Demir, Fatma Uyar y Pakize Nayir en Turquía, Jina Amini en Irán y muchas más víctimas del terror feminicida. La lista es demasiado larga.
Con el asesinato de las compañeras kurdas, el sistema patriarcal asume erróneamente que puede intimidar la revolución de las mujeres, porque aunque masacren nuestros cuerpos, no podrán sofocar ni destruir nuestras ideas. Para las mujeres del movimiento kurdo y para el movimiento de liberación de Kurdistán en general es muy importante proseguir la lucha por llevar ante la justicia a los autores de la masacre, no solamente por desenmascarar al autor intelectual del asesinato, que es Turquía bajo el mandato de Erdogan, sino también porque es una lucha contra todos los feminicidios políticos. Exigimos también desde Euskal Herria que este crimen contra la humanidad no quede impune. Actualmente todas las pruebas presentadas por los abogados de las familias de las víctimas de feminicidio, apuntan directamente al MIT, incluyendo la confesión del exjefe de la Agencia de Inteligencia del Estado Mayor turco Ismail Hakki Pekin. Aun así los gobiernos internacionales occidentales encubren la verdad por sus propios intereses de estado. El gobierno francés aún no ha llevado este caso a juicio a la luz de pruebas concretas y contundentes. Este colaboracionismo ha animado al gobierno de Erdogan a añadir nuevas masacres a su expediente criminal estos últimos años. El 23 de diciembre de 2022 de nuevo París volvió a ser el escenario del terror de estado. De nuevo una mujer activista kurda, Evin Goyi, fue asesinada a tiros, junto a dos compañeros, Mir Perwer y Abdurrahman Kizil, mientras el gobierno francés continúa sin reconocer dicho atentado como “asesinato político”.
A través del “velo de secreto de Estado” los estados occidentales legitiman al terrorismo de estado turco y dan oxígeno a las organizaciones fascistas y feminicidas para que ejecuten lo que las denominadas democracias occidentales no pueden hacer a las claras. A nosotras no nos engañan. Vemos no sin estupefacción como el genocida y feminicida turco, Reyyep Tayip Erdogan se ha erigido en el pacificador de Oriente Medio y del mundo, presentándose a sí mismo como el estabilizador regional, pretendiendo hacer un cambio cosmético de sus políticas genocidas contra los kurdos. Erdogan y Netanyahu se identifican entre sí, como criminales de guerra desde sus respectivas redes sociales. Es curioso como Turquía e Israel se culpan mutuamente de genocidio. Hoy asistimos a una limpieza étnica sistemática contra el pueblo palestino, no lo llamamos guerra ni conflicto. Los continuos y diarios ataques contra el pueblo palestino no han sido más que un ensayo de un plan estratégico a gran escala, el genocidio palestino. El plan de exterminio del pueblo palestino está llevándose a cabo con el beneplácito de la comunidad internacional, y el ente sionista de Israel lo ejecuta porque puede, al igual que Erdogan invadiendo territorios del norte y este de Siria, aterrorizando a la población civil, bombardeando todas las instalaciones civiles que garantizan el sostenimiento de la vida. Actos criminales llevados a cabo por actores locales, pero pensados y respaldados por las élites neocoloniales occidentales.
Las compañeras y compañeros que luchan en las montañas de Kurdistán así como todos los movimientos de liberación que luchan contra la modernidad neocolonial capitalista en todos los lugares del mundo reconocen y apuntan claramente al enemigo. El ejemplo de las compañeras y compañeros mártires es una luz que nos indica el camino de la lucha contra el fascismo y lo que el internacionalismo significa. Nos ayuda a comprender nuestras diferentes realidades, a conocernos mejor y conectar nuestras luchas, a crecer en todos los niveles y encontrar nuevas perspectivas, transformando el dolor en rabia y la rabia en resistencia. Gracias a estas compañeras podemos sentir lo que realmente podríamos ser capaces, acercándonos un poco más a una vida libre.
Gritemos bien alto, Sara, Rojbin, Ronahi, JIN, JIYAN, AZADI!!!