La burguesía está impulsando una profunda reestructuración de los principales ámbitos sociales con el objetivo de superar la crisis económica actual y aumentar sus ganancias, a costa de empeorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Entre otros, están impulsando la bajada del salario real o del poder adquisitivo mediante la inflación, el paro estructural y otros mecanismos. Es ejemplo de ello, que en el 2021 el salario medio subiera un 4%, frente a la subida del 7,1% del IPC y del 62,8% del precio de la luz. Por otro lado, la clase dirigente está sentando las bases para explotar a las y los trabajadores de forma más eficiente: cerrando empresas no rentables, impulsando la automatización del proceso productivo, y generalizando ciertos tipos de contratos de trabajo. En Bilbao, por ejemplo, nueve de cada diez contratos laborales realizados el pasado año fueron eventuales. Es evidente que las condiciones de vida del proletariado están empeorando, también en el ámbito laboral.
Sin embargo, no hay una propuesta política eficaz para afrontar esta situación de raíz. Los partidos políticos de izquierdas y los sindicatos no son capaces de defender realmente los intereses del proletariado, dado que ello exige actuar con independencia respecto al Estado. Es más, la socialdemocracia cumple la función política de establecer el programa de la burguesía, tal y como estamos viendo con la última reforma laboral o tantas otras medidas. De la misma manera, los sindicatos no cuestionan la propia relación de explotación y, en cambio, se limitan principalmente a negociar los salarios de las capas de la clase trabajadora con condiciones más estables. Es decir, defienden los intereses de la clase media, y el proletariado, en general, se sitúa fuera de su ámbito de actuación.
Aun así, la mera oposición respecto a los partidos políticos institucionales y los sindicatos no es suficiente para desarrollar mecanismos de defensa de las condiciones de vida del proletariado. Para ello es necesario organizarse con independencia respecto a la burguesía y con una perspectiva estratégica. Por un lado, porque sin una capacidad organizativa a una escala cada vez mayor no es posible hacer frente al contexto general más allá de casos concretos; y por otro, porque existe un riesgo permanente de ser utilizado por la socialdemocracia. En ese sentido, el planteamiento político de crear grupos locales de autodefensa sin estrategia tiene claras limitaciones.
El proletariado se encuentra indefenso a falta de una organización independiente, estratégica e integral. La defensa y mejora de nuestras condiciones laborales solo puede ser el resultado de un cambio en la relación de fuerzas con la burguesía.
La condición para ello, sin embargo, es que el proletariado acumule capacidades políticas según sus propios intereses. Es decir: la defensa de las condiciones de trabajo también es una cuestión que debe tratarse ligado a la lucha por el socialismo. En ese sentido, urge ampliar la adhesión al proyecto comunista también en el ámbito del trabajo asalariado. El proletariado se caracteriza, en efecto, por la dependencia al trabajo asalariado y por la situación de inestabilidad en la que se encuentra, sea por tener condiciones laborales precarias, sea por tener que estar en busca de empleo continuamente. Ante esta situación de indefensión hemos creado la Red de Autodefensa Laboral, para desarrollar mecanismos de defensa en el ámbito del trabajo asalariado y contribuir en la expansión de la organización comunista, con el objetivo de alimentar el proceso político general a favor del socialismo.