Este domingo 28 de mayo en las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbao, la asociación de ciclistas urban@s de Bilbao (BIZIZ BIZI), con el apoyo de Zorribike MTB Taldea, la Unión Ciclista Erandio, Hondarmendi T.K y la Sociedad Ciclista Barakaldesa, a pesar la inacción de la Federación Bizkaina de Ciclismo, nos adherimos a la convocatoria realizada a nivel estatal por la Federación Española de Ciclismo para reclamar #RespetoalCiclista y denunciar que no haya más ciclistas muert@s.
La muerte de un ciclista, lamentablemente, es algo más que el título de la célebre película de Juan Antonio Bardem. La muerte de un ciclista es, hoy por hoy, una triste realidad demasiado cotidiana. En pocos días hemos tenido que lamentar la muerte de tres ciclistas en Valencia, de otro más en Las Palmas, así como varias personas heridas en Valencia (dos de ellas, en coma), Extremadura y Tarragona.
Hoy la familia ciclista está triste porque la muerte de alguna de nosotras no sólo nos disminuye, sino que siempre nos inocula, además de una inmensa tristeza, un poco más de miedo. Hoy nos identificamos con el dolor del entorno de las víctimas como si de cualquiera de nosotros se tratara, como antes nos identificamos con el placer que sabemos les ha producido su relación con la bicicleta.
Después de más de cuatrocientos entierros de ciclistas en la última década, la costumbre va amortiguando la tragedia de estas muertes evitables, consiguiendo, lágrima a lágrima, que la resignación colectiva se imponga a la justicia. Si la actitud irresponsable de las personas que conducen automóviles se acompaña de decisiones judiciales difíciles de entender, la sensación de impunidad está servida y a las diferentes categorías de homicidios recogidas en el código penal se podría añadir la de “homicidio gratuito” cada vez que vemos una bicicleta retorcida en la cuneta.
No se puede mirar para otro lado, las y los ciclistas y las administraciones competentes deben de ser conscientes de la necesidad de actuar de forma contundente y razonada. La solución pasa por abordar aspectos tan variados como la adaptación de infraestructuras, la revisión de las responsabilidades penales y la educación, tanto de quien va al volante, como de las futuras personas usuarias de la bicicleta, incluyendo en los currículums escolares la educación vial para ciclistas y los recursos que conduzcan a su “empoderamiento”, a que tomen conciencia de su posición en la calzada o en la carretera y su derecho a ellas.
Cabalgamos sobre nuestras bicicletas sin armadura de acero. Somos seres humanos, susceptibles de cometer errores y sólo desde la conciencia de nuestra fragilidad y el respeto escrupuloso a nuestra debilidad podremos evitar que noticias así se repitan. Contamos contigo para que así sea.
¡¡¡RESPÉTANOS VIVAS!!!