Por Laura Fontalba
En la mañana del pasado sábado 24, Bilborock acogió un acto denominado Kintsugi, en el que participaron diez mujeres sobrevivientes de violencias machistas en busca de la verdad, justicia y reparación.
El acto, que estuvo organizado por Mugarik Gabe, junto con Bizitu Elkartea, Feministalde, Mujeres del Mundo, Zehar Errefuxiatuekin y La Colectiva por el Desarrollo Local de El Salvador, nace de la recopilación de testimonios de mujeres sobrevivientes de diversas violencias machistas. El objetivo era conocer qué requisitos deben cumplirse para poder «reparar» su dolor. De ahí proviene el término Kintsugi, una técnica centenaria japonesa que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas simulando «cicatrices» pintadas con polvo de oro; lo que otorga un nuevo valor a las piezas.
Durante el acto, acompañadas por la violonchelista Nerea Aizpurua, estuvieron presentes las voces de diez mujeres. Cuatro de ellas, mujeres migradas trabajadoras de hogar internas, que hablaron sobre las violencias a las que se enfrentan en el trabajo de cuidados —ausencia de derechos laborales, explotación laboral, racismo, maltrato, insultos, desprecio, humillaciones, discriminaciones, amenazas, etc.—; una mujer, que sufrió violencia machista tanto en su país de origen como en el tránsito migratorio; otras cuatro mujeres, sobrevivientes de violencia de pareja, violencia vicaria por parte de sus ex-parejas y violencia institucional; y, por último, una mujer trans de El Salvador, defensora de derechos humanos, que participó en representación de varias personas que, por su identidad, han enfrentado violencias machistas en el ámbito escolar, familiar, laboral, social, institucional, etc.
Una vez finalizado el acto, en el que la «escucha, credibilidad y dignificación» actuaron como los primeros pasos hacia la reparación, hicieron una kalejira desde Bilborock hasta la Plaza de las Mujeres 25 de noviembre, donde escucharon las demandas de reparación de las mujeres y recogieron nuevas demandas a fin de intentar llevarlas adelante. «El reconocimiento a las víctimas y su reparación es un paso imprescindible en la lucha contra las violencias machistas, además de una responsabilidad institucional y social», aseguraron.