De las lágrimas y la impotencia más absoluta, al júbilo y alegría tras conocerse a través de periodistas de Eitb presentes en el aeropuerto de Loiu que el comandante del vuelo de la compañía Air Arabia, se negó a despegar rumbo a Tánger con el joven activista saharaui que iba a ser deportado.
Activistas de la Juventud Activa Saharaui y el Movimiento antirracista Bizkaia llegaron antes de las 13:30 horas al aeropuerto de Bilbao para intentar evitar que Youssef fuese finalmente trasladado a Marruecos en un vuelo que tenía previsto salir a las 15:00 horas.
Mientras estas activistas intentaban pedir información en los mostradores de la aerolínea, agentes de la Ertzaintza las interceptaron en dirección a los baños, empujando de malas maneras a una de ellas e identificando a otras, argumentando que habían sido grabados en vídeo con un teléfono móvil, aunque la persona que efectuó la grabación no guardaba relación con las activistas.
El tiempo pasaba angustiosamente hasta que se acercaba la hora del cierre de puertas del avión. La tristeza y la impotencia poco a poco fueron dando paso a las inevitables lágrimas por no poder hacer nada por Youssef. Un joven saharaui, solicitante de asilo, quien lleva atrapado en el aeropuerto desde el 23 de junio y en un estado de salud delicado a raíz de una huelga de hambre iniciada para evitar su expulsión.




Cuando todo parecía perdido, ya superadas las 3 de la tarde y con la novedad de un retraso en el vuelo, una noticia sobresalta a las activistas: el piloto se negó a despegar con el joven saharaui. Las miradas de asombro e incredulidad se cruzan entre los periodistas presentes. Los gritos de alegría, las sonrisas y los abrazos de felicidad captan todas las miradas dentro del aeropuerto. ¡Youssef se queda. Casi parece un milagro!. Gracias al comandante del avión, quien se negó a despegar argumentando razones de seguridad, se ha evitado que el joven saharaui sea hoy deportado, aunque volverán a intentarlo este sábado o el domingo.
Es un rayo de esperanza y sobre todo, un margen de tiempo, que es precisamente lo que este joven de 20 años necesita para que el equipo jurídico de Zehar-Errefuxiatuekin, con Javier Galparsoro a la cabeza, pueda hacer las gestiones oportunas para impedir que no sea devuelto a Tánger. Porque esperar a que la Dirección de Migración y Asilo del Gobierno Vasco tome cartas en el asunto, parece lo más improbable en esta historia.