Artículo de opinión – AMUGE Elkartea*
Imagínate que te hacen las siguientes preguntas para un barómetro institucional: «¿Cree usted que las personas blancas son más o menos conflictivas/honradas/trabajadoras que el resto?» Sería desconcertante, ¿verdad? Hoy, Día Internacional contra el Racismo y la Xenofobia, queremos cuestionar una tendencia arraigada en los estudios sociológicos: pedir a las mayorías sociales que emitan juicios de valor sobre grupos sociales históricamente discriminados.
Desde el feminismo se criticó recientemente el barómetro del CIS donde se recogía que el 44% de los hombres cree que las políticas de igualdad han ido demasiado lejos. El hecho de que los medios de comunicación llevasen al titular ese dato planteó una cuestión de fondo: cómo la orientación de las preguntas puede reforzar discursos prejuiciosos presentes en la cultura hegemónica.
El Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, realiza cada año un Barómetro sobre percepciones y actitudes hacia la población extranjera, y presentó en enero de 2023 el primero equivalente sobre el Pueblo Gitano. Entonces, nuestra primera reacción fue de agradecimiento. Es urgente que se realicen investigaciones que sirvan de base para políticas públicas que reconozcan la diversidad, deslegitimen las discriminaciones y proporcionen datos actualizados sobre las violencias estructurales que vivimos. Sin embargo, nos resultó desalentador leer en profundidad el informe Neurtu 2022 sobre las percepciones y actitudes hacia las personas gitanas.
No es la primera vez que la metodología del Observatorio es revisada de manera crítica. El sociólogo de la UPV Jokin Azpiazu Carballo, integrante del equipo colaborador del informe Neurtu 2021 sobre actitudes y percepciones hacia la población LGTBI, publicó en un monográfico del mismo observatorio un artículo con similares consideraciones que las nuestras. Para empezar, este investigador cuestionó el marco de la integración que asume el informe: es decir, que los barómetros pongan el foco en el grado de simpatía o tolerancia que la ciudadanía declara hacia los grupos sociales subalternizados, en vez de medir el alcance material de las violencias estructurales que enfrentamos. Por ejemplo, aunque más del 60% de la ciudadanía diga que no tendría problemas en contratar o en alquilar la vivienda a personas gitanas, la experiencia de nuestra asociación es que prácticamente el 100% de las personas gitanas tenemos problemas para acceder al empleo y la vivienda.
Además, en el mismo trabajo se subraya la necesidad de buscar formas para compensar el llamado «sesgo de deseabilidad» o discurso políticamente correcto; muchas personas encuestadas no admitirán su implicación en conductas, actitudes u opiniones que perciben como socialmente indeseables, por lo que los resultados obtenidos no reflejan el nivel real de pensamiento racista. Un ejemplo claro es que, según Neurtu 2022, sólo el 38% de las personas dice que evitaría o rechazaría llevar a sus hijas e hijos a escuelas con mucho alumnado gitano; cuando sabemos que el alcance de la segregación escolar en Euskadi es infinitamente mayor.
Sin embargo, nos preocupan más los bloques de preguntas en los que se invita a la ciudadanía a emitir juicios de valor sobre nuestra cultura, nuestras costumbres e incluso nuestra calidad moral, a pesar de que solo el 30% dice tener amigas o conocidas gitanas. Más allá de intentar medir el alcance de los consabidos rumores racistas (si acaparamos los servicios sociales y sanitarios, si provocamos delincuencia…), el cuestionario osa poner en el punto de mira a nuestra infancia, con enunciados escalofriantes: «El alumnado gitano baja el nivel educativo de las escuelas» o «Las personas gitanas no salen adelante porque enseñan a sus hijos/as valores que no son los adecuados en esta sociedad».
Las investigadoras justifican en el informe la «estrategia metodológica» de consultar a la población «acerca de algunas ideas estereotípicas, aun a sabiendas de su invalidez». Llama la atención que, siendo conscientes de ello, no hayan puesto más cuidado en afinar el instrumento de investigación, de manera que no contribuya a fijar un imaginario negativo y distorsionado sobre las personas gitanas. Insistimos en que es una estrategia dañina porque invita a la sociedad mayoritaria a pensarnos como una comunidad homogénea y antagónica al resto.
De esta manera, Ikuspegi ignora la advertencia que hace Naciones Unidas en su informe Enfoque de datos basados en Derechos Humanos: que las encuestas de población especializadas «no deben generar discriminación, prejuicios ni estereotipos en detrimento de determinados grupos de población ni tampoco reforzar los que ya existan».
En este sentido, coincidimos con Azpiazu en la importancia de acompañar los datos de una interpretación cuidadosa y compleja. En cambio, en los barómetros de Ikuspegi que hemos leído no hay (ni en el cuestionario ni en la redacción del informe) elementos para desmontar prejuicios tan extendidos como los relativos al antigitanismo de género, que colocan a las mujeres gitanas en una posición subalterna: tres de cada cuatro encuestadas considera que las personas gitanas somos más machistas que el resto, y que las pautas culturales de nuestro Pueblo limitan el desarrollo educativo y laboral de las mujeres gitanas.
Por otro lado, la encuesta incluye un bloque en el que se pide a la ciudadanía vasca que responda si ha asistido a la violencia antigitana; desde bromas y rumores a agresiones directas. Llama la atención que los barómetros asignen siempre a la ciudadanía el papel de testigo o de víctima, pero nunca el de victimaria. ¿No sería más interesante preguntar a esas personas que han presenciado antigitanismo si se callaron, se desmarcaron o se sumaron a violentarnos?
Tal vez se habrían tenido en cuenta estos elementos si Ikuspegi hubiera sumado a su equipo colaborador a investigadoras gitanas como Patricia Caro Maya, Pastora Filigrana, Nicolás Jiménez, Helios F. Garcés, Araceli Cañada Ortega entre otras. Sin embargo, eligió a dos hombres académicos blancos, reforzando así el prejuicio de que no hay personas racializadas con cualificación para asesorar investigaciones académicas.
No es en absoluto nuestra intención arremeter contra los estudios de opinión, ya que son herramientas necesarias para respaldar las denuncias de los casos de antigitanismo que recibimos. Lo que reclamamos es que la Academia y las instituciones revisen esos cimientos metodológicos y de saberes que refuerzan los discursos dominantes. Para ello, es fundamental que se nutran de conocimientos y epistemologías críticas (feministas, anticoloniales, participativas…), más afines a la búsqueda de justicia social y reconocimiento a la diversidad humana.
Queremos terminar destacando otros dos datos desesperanzadores en la encuesta Neurtu 2022: más del 85% de las personas encuestadas niega que haya racismo antigitano en los centros educativos, en los establecimientos comerciales o en los servicios de la Administración pública, y casi la mitad nos culpa de nuestra situación de discriminación. ¿Tiene sentido entonces seguir dando altavoz al desconocimiento y el prejuicio? Nosotras creemos que la fórmula para reconocer y combatir el antigitanismo tiene que ser otra: adoptar y promover una postura de aprendizaje hacia los saberes y resistencias de las personas gitanas. Solo así podremos forjar una sociedad más igualitaria y respetuosa con la diversidad.
*Firman también las siguientes sociólogas y politólogas: Tania Martínez Portugal, Zesar Martínez, Francy Fonseca y Jule Goikoetxea.
Imajinatu galdera hauek egiten dizkizutela barometro instituzional baterako: «Nola ikusten dituzu pertsona zuriak gainerako gizartearekin alderatuta: gatazkatsuagoak/ zintzoagoak/ langileagoak/ solidarioagoak?” Ezohikoa izango litzateke, ezta? Arrazakeriaren eta Xenofobiaren aurkako Nazioarteko Egunean, zalantzan jarri nahi dugu ikerketa soziologikoetan hain errotua dagoen joera: gehiengo sozialei boterea ematea, baztertutako gizarte-taldeak epaitzeko.
Ikuspegik, Immigrazioaren Euskal Behatokiak, urtero egiten du jatorri atzerritarra duten biztanleen inguruko pertzepzio eta jarrerei buruzko barometroa, eta 2023ko urtarrilean aurkeztu zuen Ijito Herriari buruzko lehen baliokidea. Orduan, gure lehen erreakzioa esker onekoa izan zen, bizi ditugun egiturazko indarkeriei buruzko datu eguneratuen premia handia dugulako, eta politika publikoak diseinatzeko baliogarriak izan daitezkeelako. Aitzitik, Neurtu 2022 txostena sakon irakurrita, planteamenduak kirrinka egin zigun eta, are gehiago, erraietan sentitu genuen zenbait galderek birbiktimizatu egiten gaituztela.
Ez gara Ikuspegiren metodologiaren azterketa kritikoa egin dugun lehenengoak. Zehazki, Jokin Azpiazu Carballo EHUko soziologoak, LGTBI herritarrei buruzko Neurtu 2021 barometroarekin kolaboratu zuen, eta Ikuspegiren Zabaldu monografikoan adierazi zuen gure antzeko ezinegona. Hasteko, integrazioaren eta tolerantziaren markoa zalantzan jarri zuen: hau da, barometroek arreta jartzen dute herritarrek adierazten duten sinpatia-mailan, egiturazko indarkerien hedapena neurtu beharrean. Beste hitzetan, herritarren % 60k esan arren ez lukeela arazorik izango ijitoak kontratatzeko edo etxebizitza alokatzeko, baina gure elkartearen esperientziaren arabera ijitoen ia % 100ek arazoak ditu enplegua eta etxebizitza lortzeko.
Bigarrenik, «desiragarritasun joera» delakoa konpentsatzeko moduak bilatzeko beharra adierazi du Azpiazuk; hau da, jendearen erantzunak zuzentasun politikora egokitu ohi direla eta, hortaz, ez dutela balio jarrera arrazisten benetako zabalkundea neurtzeko. Horren adibide argia da, Neurtu 2022eko datuen arabera, euskaldunen % 38ak soilik saihestuko edo ukatuko lukeela seme-alabak ikasle ijito asko dituzten eskoletara eramatea; jakin badakigun arren askoz kezkagarriagoa dela eskola-segregazioaren errealitatea Euskal Autonomia Erkidegoan.
Alabaina, bereziki asaldatu gaituzte gure kulturari, gure ohiturei eta gure kalitate moralari buruzko epaiak sustatzen dituzten galdera-multzoek; are gehiago kontuan izanda % 30ak soilik adierazi duela lagun edo ezagun ijitoak dituela. Ohiko zurrumurru arrazistei erreferentzia egiten dietenak baino (esaterako, delinkuentzia eragiten dugun ala ez), oilo-ipurdia eragin digute gure haurtzaroa jomugan jartzen dituzten esaldiek: «Ikasle ijitoek jaitsi egiten dute eskoletako hezkuntza-maila» edo «Ijitoak ez dira aurrera ateratzen egokiak ez diren balioak irakasten dizkietelako haien seme-alabei».
Ikertzaileek txostenean argudiatzen dute «estrategia metodologikoa» dela herritarrei ideia estereotipikoak galdetzea. Aitzitik, estrategia kaltegarria iruditzen zaigu, Ijito Herria talde homogeneo eta antigoniko gisa pensatzera gonbidatzen duelako eta estereotipoak errepikatzeak iruditeria negatiboa eta desitxuratua indartzen duelako. Komeni da kontuan hartzea Nazio Batuen Erakundeak Giza Eskubideetan oinarritutako datuen ikuspegia txostenean egiten duen ohartarazpena: herritarrei egindako iritzi-inkestek «ez dute diskriminaziorik, aurreiritzirik edo estereotipoik sortu behar zenbait biztanle-talderen kaltetan, ezta lehendik daudenak indartu ere».
Zentzu horretan, Azpiazurekin bat gatoz datuak interpretazio arduratsu eta konplexu batekin laguntzearen beharraz. Aitzitik, Neurtu 2022 barometroan ez da inolako elementurik aurkezten (ez galdetegian, ezta txostenean ere) harrera kezkagarria duten genero-aurreiritzi antigitanoak ezabatzeko: esaterako, inkestatutako lautik hiruk adierazi dute ijitoak gainerako herritarrak baino matxistagoak garela, eta gure kulturak emakume ijitoen emakume ijitoon hezkuntza- eta lan-garapena mugatzen duela.
Bestalde, inkestaren beste bloke batean herritarrei galdetzen zaie ea ijitoen aurkako indarkeriaren lekuko izan diren (txantxetatik hasita). Deigarria da barometroek herritarrei esleitzea lekukoaren edo biktimaren papera, baina inoiz ez erasotzailearena. Ez al litzateke interesgarria izango galdetzea zer egin duten eraso arrazista baten aurrean; isildu, aldendu, borrokatu edo konplize bihurtu?
Agian Ikuspegik bere metodologia findu izango luke kolaboratzaile-taldera ikertzaile ijitoren bat gehitu izan balu, hala nola Patricia Caro Maya (genero-antigitanismoan aditua), Nicolás Jiménez (soziologoa), Araceli Cañada Ortega (ijito-kulturari buruzko lehen unibertsitate-irakasgaiaren bultzatzailea) edo Helios F. Garcés (analista politikoa). Aitzitik, bi gizon akademiko zuri aukeratu ditu, eta modu horretan indartu du aholkulari ijito kualifikaturik ez dagoelako aurreiritzia.
Ez da inolaz ere gure asmoa aurreiritzi arrazistak neurtzen dituzten ikerketen aurka egitea; behar-beharrezkoak ditugu gure antigitanismo-salaketak laguntzeko. Eskatzen duguna da Akademiak eta erakundeek ikerketa hauen oinarri metodologikoak berrikustea. Horretarako, funtsezkoa iruditzen zaigu epistemologia kritikoez ikastea (feministak, antikolonialak, parte-hartzaileak…), justizia soziala eta giza-aniztasuna aldarrikatzeko ezagutza-esparru egokiagoak eskaintzen dituzten aldetik.
Amaitzeko, Neurtu 2022 ikerketako beste bi datu kezkagarri nabarmendu nahi ditugu: inkestatutako pertsonen % 85ek baino gehiagok ukatu du arrazakeria antigitanorik dagoenik ikastetxeetan, merkataritza-establezimenduetan edo Administrazio Publikoaren zerbitzuetan, eta ia erdiek gure bazterkeria egoeraren errua egozten digute. Orduan, ba al du zentzurik ezjakintasunari eta aurreiritziari bozgorailua ematen jarraitzeak? Gure ustez, antigitanismoa aitortzeko eta borrokatzeko formula beste bat izan behar du: ijitoen jakintza eta erresistentzietatik ikasteko jarrera hartzea eta sustatzea. Ezinbesteko baldintza iruditzen zaigu, berdintasunean eta aniztasunarekiko errespetuan ardaztutako gizarte bat eratzeko.
*Hurrengo soziologo eta politologoek ere sinatu dute: Tania Martínez Portugal, Zesar Martínez, Francy Fonseca eta Jule Goikoetxea.