Nota de prensa: Hoy 25 de febrero la ciudadanía ha vuelto a salir a la calle por tercer año consecutivo para reivindicar el respeto de los Derechos Humanos de las personas refugiadas y migrantes, el cumplimiento de los acuerdos y convenios internacionales, y para exigir unas políticas migratorias humanas. Más de 25 ciudades y 150 colectivos apoyan esta convocatoria cuyo lema es «No a la Europa Fortaleza, los Derechos Humanos no se negocian».
Por tercer año, las plataformas ciudadanas de apoyo a personas refugiadas y migrantes buscan denunciar las políticas inhumanas de la Unión Europea y otras administraciones cercanas, “más preocupadas por proteger sus fronteras y sus mercancías, de enriquecerse con el negocio de la guerra y las fronteras, que por proteger los derechos humanos” denuncian.
La situación se ha agravado, -según afirman- y Europa es más cárcel que nunca. El Mediterráneo es una gran fosa común, el desierto del Sahara es otro cementerio de tumbas sin nombre, los campos de detención siguen llenos de personas cuyo único delito es buscar una vida que se les niega en sus tierras, menores que desaparecen, trata de personas, violencia contra las mujeres y trata con fines de explotación sexual,…
Además, se insiste en la prioridad de que las migraciones forzadas, sus causas y sus responsables formen parte de las agendas de las instituciones y de los partidos políticos, dando a esta tragedia sin precedentes la importancia y el tratamiento que se merece, con alternativas claras, vías de tránsito seguras, poniendo fin a los acuerdos de externalización de fronteras y a las devoluciones en caliente, y poniendo límites a las empresas transnacionales que generan explotación, expropiación de tierras y recursos, y desastre ecológico.
Por último, se señala que aquí en Euskal Herria también hay un muro de la vergüenza en el Puerto de Santurtzi, así como personas migrantes en tránsito, y no migrantes, viviendo en las calles, personas con dificultad para empadronarse y acceder a derechos básicos, trata de personas y otras muchas tragedias cotidianas, que –concluye una portavoz- nos llevan a sumarnos a la convocatoria general y compartir espacio, movilización y lucha entre todas y todos, entre quienes llegamos antes y quienes han llegado después, quienes están de paso y quienes permanecen, porque los derechos deben ser para todas las personas.