Un año más nos encontramos los colectivos y las personas disidentes sexuales y de género ante el día 17 de mayo, en el que intentamos reivindicar y construir una sociedad sin lesbofobia, homofobia, bifobia, transfobia, transmisoginia, serofobia y demás lacras que no tienen cabida en una sociedad libre en la que cada persona pueda visualizarse en toda su complejidad sin miedo a les demás.
Nos volvemos a preguntar si estamos, al menos, un poco mejor que en la celebración anterior, si hemos avanzado algo en los últimos meses, si han servido de algo nuestros esfuerzos en el último año.
Y un año más, si somos sinceres, tenemos que ser pesimistas en nuestra respuesta.
En nuestro ámbito más local y cercano, seguimos sin tener acordado con nuestras instituciones un protocolo contra la LGTB+fobia que nos permita una respuesta rápida y efectiva en los casos de ataques de odio, seguimos sin tener una interlocución fluída con las instituciones para coordinar las acciones necesarias para construir conjuntamente una sociedad más libre, y seguimos sin experimentar la existencia de una fiscalía contra la LGTB+fobia que actúe de oficio cuando es necesario.
Lo que ocurre en el estado español da miedo. El nacional-catolicismo campa a sus anchas, y entre los obispos por su lado y las asociaciones kristo-fascistas y sus autobuses por otro, prácticamente no hay día en que no conozcamos algún caso de agresión contra nuestro colectivo. Tenemos también en cuenta la violencia empleada de forma sistemática en nuestro estado para seguir denegándonos derechos, como es el caso del desabastecimiento hormonal para personas trans o las dificultades a las que se enfrentan familias no cisheteronormativas.
Y lo que ocurre en el ámbito internacional produce pánico. A los miles de asesinatos anuales de compañeras y compañeros, especialmente de activistas lgtbi+ y de personas trans, se unen las agresiones desde las instituciones como lo que está ocurriendo en este mismo momento en Chechenia, donde las personas disidentes sexuales y de género son secuestradas, internadas en campos de concentración, torturadas, asesinadas.
Políticamente, Europa se encuentra en un proceso de retroceso de libertades conquistadas y de avance de la intransigencia; esta situación nos está pasando factura, y más nos va a pasar si no conseguimos ponerle freno. No podemos obviarlo, no podemos dejarlo pasar de largo como si no nos afectara. Necesitamos estar organizades y actives para dar respuesta a cada caso de agresión que conozcamos, para poder vivir un día en esa sociedad que soñamos.
En este día 17 de mayo, en el que celebramos que la homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad mental, queremos además mostrar toda nuestra solidaridad con el movimiento trans, con las personas trans, con sus activistas y con sus familiares, porque hoy en día la batalla contra la despatologización de las personas trans aún no ha sido definitivamente ganada, y porque en ese frente se están dando muchas batallas que nos afectan a todes nosotres.
La organización y la lucha es fundamental, ánimo que entre todes podemos.