Por M1Egin: Vivimos en un tiempo en el que el pensamiento único ha decretado el fin de la historia y de las ideologías, una época en la que, dicen los burgueses, ya no hay espacio para la lucha de clases, porqué las clases sociales ya no existen. Nosotras somos conscientes de que las clases siguen existiendo, como sigue viva la lucha de clases, solo que hoy en día la única clase que lucha -y que está ganando- es la burguesía.
Hoy en día la dominación burguesa nos ata y atraviesa de diferentes formas, no solo por medio de la esclavitud asalariada, sino en todo los aspectos de la vida. Del mismo modo, y en consecuencia de esto, la lucha de clases también ha cambiado de forma y, en parte, de sujeto: para luchar contra el pensamiento capitalista y la forma de vida burguesa, ya no son suficientes la huelga o el sabotaje de la producción, ni sirve evocar la vieja clase obrera industrial. Hoy en día tenemos que repensar la lucha de clases como rechazo de la relación integral del Capital, como ataque a la totalidad de la dominación burguesa, como forma de composición de las clases desposeídas -hacia la construcción de una nueva clase trabajadora, de nuevas prácticas y de una nueva forma de vida, irreductiblemente antagónica y enemiga a la del modelo actual.
Rechazo y destitución del Capital. No solo en/contra el trabajo, sino en los territorios, en los barrios y en los pueblos, donde las clases desposeídas (sobre)vivimos y r/existimos. Si el Capital hoy en día valoriza (por ejemplo) el espacio, a partir de la desposesión de los territorios (y de la memoria), es a partir de ahí que tenemos que atacar: territorializar la lucha, recomponer la clase trabajadora en los barrios y en los pueblos, inscribir en los territorios la lucha de clases. Por todo ello, este año hemos decidido caracterizar así este 1 de mayo, con una mesa redonda sobre nuevas formas de lucha de clases, frente a un símbolo de la colonización territorial y cultural del Capital, el «Guggenheim museum». Hablar de lucha de clases -y empezar nuestra manifestación- en dicho lugar, quiere ser un gesto de profanación de ese símbolo del Capital, un ataque simbólico a su colonización y una forma de reapropiación del espacio que nos han expropiado.
Y no es casualidad que hayamos elegido, para hacerlo, el 1 de mayo: un día de lucha y de memoria, un día de memoria de lucha y de lucha cargada de memoria -una lucha contra el presente y para el futuro, pero sin perder nunca de vista el pasado, nuestro pasado, nuestra memoria revolucionaria. Para nosotras el 1 de mayo es todo eso: el símbolo de esa lucha contra el presente, pero cargada de memoria colectiva. Por todo ello, este 1 de mayo hemos elegido okupar, simbólicamente, el espacio del Capital, reapropiárnoslo y transformarlo en nuestro territorio, en un territorio de la clase trabajadora-: nuestro objetivo será llenar de vida, de lucha y de solidaridad el centro neurálgico de la burguesía, habitar lo inhabitable; interrumpir, durante unas horas, la temporalidad del Capital e instituir otra temporalidad y otra presencia, hablando de lucha de clases y de ética revolucionaria y llevando las desposeídas a la barriga del monstruo.
Somos conscientes de que este gesto simbólico no servirá de nada si no le damos continuidad cada día, trasformando la celebración puntual (compatible con la normalidad capitalista) en una lucha cotidiana (que destruya y subvierta esa normalidad). Como decían nuestras compañeras de Gasteiz hace unos meses en ocasión del 3 de marzo «nahiz urtean behin manifa gera daitekeen polita, bihur dezagun borroka eguneroko praktika». [“Aunque una manifestación al año pueda quedar bonita, hagamos de la lucha una práctica diaria»]
En este sentido el objetivo es utilizar este 1 de mayo no como una meta, sino como un pasaje más en la lucha revolucionaria, un momento en el que emerjan la voz de las desposeídas, esas voces invisibilizadas y subalternizadas de toda la clase trabajadora con sus múltiples interseccionalidades que cotidianamente sufrimos la dominación burguesa y la violencia estructural del Capital. A pesar de que pretenden silenciar nuestras voces, todas ellas siguen existiendo y resistiendo cada día: en las luchas dentro y contra la explotación asalariada -desde las Huertas de Peralta, a las luchas de las trabajadoras del hogar (ATH) y a las de las trabajadoras de Día y Bizkaibus de los últimos meses; en las luchas del movimiento estudiantil de institutos y universidades, que impugnan la ciencia y la institución burguesa, con sus movilizaciones y contra-formación; en las experiencias de autodefensa que están surgiendo en toda Euskal Herria (redes de autodefensa de estudiantes y trabajadoras; autodefensa feminista; solidaridad con migrantes…). Esa voz y esas praxis que se levantan cada día, desde lo cotidiano y lo local, en las resistencias desde los barrios y los pueblos: en los gaztetxes y en los espacios liberados -con experiencias de construcción de poder popular y de autonomía de clases-; y en las comunas, en los proyectos integrales y también en las comunidades informales -donde se están construyendo otras formas de vivir (despatriarcalizadas, desmercantilizadas y descolonizadas), el germen de esa ética revolucionaria y de esas formas de vida que destituirán la forma de vida y la dominación burguesas.
El 1 de mayo es todo esto (y nada es más que eso): un día en el que recomponer todas esas voces invisibilizadas y subalternizadas y todos esos sujetos insurgentes, un día en el que reencontrar todas esas formas de vida que dibujan la forma de vida de la sociedad futura, del comunismo: ese mundo en el que no existirán explotadores y explotadas, esa sociedad revolucionaria libre de toda dominación y opresión, esa sociedad en la que no habrá ningún 1 de mayo, porque cada día será el día de la clase trabajadora.
SOILIK ANTOLATUTAKO HERRIAK LOR DITZAKE HELBURU HANDIAK