Por Laura Fontalba
Julia Martí Comas y Maite Mentxaka Tena presentaron ayer su nuevo libro: «Manual ecofeminista contra el poder corporativo«. Un manual al que comenzaron a dar forma en mayo de 2021, en un espacio de debate virtual entre feministas de América Latina y de Europa, con el objetivo de «tejer redes» y poder impulsar las luchas.
A palabras de Martí, el ecofeminismo es una forma de entender el feminismo desde el enfrentamiento al capitalismo verde o al feminismo neoliberal, que no son más que propuestas de «emprendimiento feminista individualista» que no resultan útiles. El primer paso en esta lucha radica en comprender qué alianzas existen detrás de cada empresa, a fin de entender su poder. Este manual no ofrece «respuestas ni recetas cerradas», pero sí una propuesta colectiva que han tejido desde diferentes colectivos y territorios, con el fin de impulsar las luchas ecofeministas contra el poder corporativo.
A fin de explicar qué contenidos se pueden encontrar en este manual, Martí expuso varias ideas. La primera se relaciona con la importancia de parar la actividad de las empresas transnacionales. El manual muestra propuestas mediante las que frenar a estas «industrias de la muerte». Por ejemplo, la realizada desde el centro vasco de empresas translaciones y derechos humanos, que propone crear un centro independiente financiado públicamente para controlar la actividad de las empresas. En la misma línea, el manual también busca estrategias para desnaturalizar y desmontar los relatos del poder corporativo, mediante la denuncia de la precarización, feminización, racialización del trabajo y despojo del cuerpo-territorio. Así como la necesidad de «condenar sus crímenes».
Explicó que, cada vez, está más normalizada la idea de la necropolítica, un poder exagerado sobre las vidas de las personas, pues decide «quién vive y quién no». Habló sobre la importancia de desnaturalizar este tipo de políticas que sólo deshumanizan. «Luchas como la de las jornaleras de Huelva son imprescindibles para poner el altavoz en estas situaciones de explotación que nadie denuncia», aseguró. Una idea que también recupera el lema de «yo sí te creo», aplicable a las luchas contra las empresas transnacionales, que tienden a la «infantilización» de las trabajadoras y que ejercen violencias sobre estas desde múltiples ámbitos. Martí considera muy importante poder hacer procesos de reparación colectiva basados en el «yo sí te creo»; expresó su deseo de que las redes globales puedan convertirse en espacios de respiro, y que «levantar la cabeza» de nuestras luchas cotidianas nos permita mirarnos y reconocernos. Por eso, también habló sobre la importancia de colectivizar los cuidados en la lucha como un propósito complicado para el que se deben inventar formas propias.



Durante la presentación, también se expuso la importancia de «tejer internacionalismo feminista popular». Martí aseguró que el auge de las huelgas feministas dieron una pista para hacernos creer que el internacionalismo de nuevo era posible, que podemos aliarnos y tener resonancias internacionales; es decir, alianzas globales fuertes. Sin embargo, para ello, también mencionó la necesidad de replantearnos los valores sobre cómo tejer alianzas y la necesidad de asumirnos «diferentes pero iguales». Mencionó nuestro deber de asumir y revisar las prácticas machistas, racistas y coloniales en las organizaciones; huir de la invisibilización de algunas opresiones, responsabilizarnos de nuestros privilegios; y huir de los paternalismos para crear alianzas horizontales y respetuosas. Una idea que también parte de «transformar nuestros modos de vida y trabajo», para lo que el manual propone apostar por la soberanía alimentaria y energética, o alejarnos de la única vía de escape que ofrece el poder corporativo: el consumismo.
En la presentación, también estuvieron presentes Marina Costa, trabajadora de residencias de Bizkaia, y Lourdes Rosas, quien compartió el caso de las desapariciones de Ricardo Arturo Lagunes y Antonio Díaz en México. Dos luchas pertinentes contra el poder corporativo.
Costa explicó la trayectoria vivida en las residencias de Bizkaia. Una lucha que comenzó en el año 2003, cuando sus sueldos apenas alcanzaban los 600 euros. En su primera lucha por la mejora del convenio, lograron alcanzar los 900 euros mensuales. La segunda lucha duró 60 días de paros parciales, pero lograron mejoras en jornadas y otras condiciones. En la tercera ocasión, la negociación duró tres años. Con ella, consiguieron una subida del 12,24% en las jornadas, junto a otras mejoras y derechos. En 2012, llegó la cuarta lucha. Se había firmado la reforma laboral y esta les afectaba significativamente. El objetivo principal de aquella lucha fue bloquear la reforma. Y así lo consiguieron. Gracias a esta negociación lograron introducir una una cláusula antireforma en su convenio y algunas otras mejoras. Sin embargo, hubo una quinta lucha. Fue en esta ocasión cuando se dieron cuenta de que no se trataba de una lucha sólo por el convenio, sino que la mezcla de «cuidados, mujer y precariedad» la convertía en una lucha feminista. Una lucha que intentaron silenciar. «Tuvimos que levantarnos en varias ocasiones tristes y enfadadas, porque nos enfrentábamos a una patronal misógina y machista que nos ninguneaba y humillaba», aseguró Costa. Tras los esfuerzos, el 17 de octubre de 2017, lograron firmar el convenio. Aunque la lucha de las trabajadoras de residencias es una lucha aún inacabada. Este 2023 su convenio se encuentra estancado.
Lourdes Rosas explicó el caso de la desaparición de Ricardo Arturo Lagunes y Antonio Díaz, dos personas importantes para ella y el entorno de todas sus amistades de México. Un caso muy importante por la impunidad que esconde, pues, a palabras de Martí, esta realidad es una vía para desnormalizar lo internacional. Sin ir más lejos, Iñigo Urkullu presenta México como un buen país para el intercambio y las negociaciones; dejando totalmente de lado la crisis humanitaria.
Rosas relató esta desaparición forzada ocurrida el pasado 15 de enero. Ambos, defensores de los derechos humanos, del territorio y del medio ambiente, desaparecieron en Cerro de Ortega, municipio de Tecomán, Colima; un Estado en el que en los últimos años se ha disparado la violencia por el crimen organizado. Juntos, acababan de participar en una asamblea celebrada en el auditorio comunal de Aquilan, en la que se abordaron temas relacionados con la mina de hierro Las Encinas. «Saliendo de allí fueron interceptados y secuestrados; víctimas de desaparición forzada. Encontraron su camioneta con impactos de bala y, desde entonces, no saben nada de ellos», explicaba Rosas y añadió: «Se sabe por parte de periodistas y comuneros que en otra asamblea ellos fueron amenazados por parte de personal de la minera». Denunció que, desde el año 2006, se hayan dado más de 110.000 desapariciones en México. En lo que va de año 2023, han asesinado a cinco activistas, ha habido dos desapariciones forzadas (Lagunes y Díaz) y se han dado doce retenciones arbitrarias. Dado este nivel de criminalidad, Rosas aseguró que la lucha va mucho más allá de ir contra la minera, sino que alcanza la necesidad de luchar contra el crimen organizado.