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//La Kora celebra su 10 aniversario con un canto colectivo a la vida, la memoria y la revolución

La Kora celebra su 10 aniversario con un canto colectivo a la vida, la memoria y la revolución

Diez años de música feminista celebrados con el corazón en la garganta.

2025-06-21T19:19:04+02:0021 junio 2025|Reportajes|0 Comments

Por David BM

Esta mañana, mientras algunos aún bostezaban el sábado, el Bira Kultur Gunea de Bilbao se transformó en un epicentro de vibración feminista, emoción colectiva y canto combativo. Allí, La Kora, ese coro libre, asambleario, autogestionado y profundamente feminista, celebró su 10º aniversario. Y lo hizo como mejor saben: cantando para vivir, para resistir y para recordar que el arte, cuando es de verdad, es también trinchera.

La sala estaba llena. No solo de gente, también de historia, de memoria coral y de esa energía que se forma cuando las voces no buscan perfección, sino revolución. La Kora nació en 2014 de la mano de una exintegrante del Coro Entredós de Madrid que, al mudarse a Bilbao, trajo consigo las ganas de espantar al patriarcado a golpe de garganta afinada y corazón colectivo. Lo que empezó con unas pocas, hoy son veinticuatro mujeres divididas en tres cuerdas: contraltas, mezzos y sopranos, y muchas más que cantan cuando pueden, desde donde están.

«Si no se puede cantar, no es nuestra revolución», dijeron en su intervención inicial. Y esa frase resonó como un eco sagrado durante todo el evento.

Durante estos diez años, han pasado por pandemias, despedidas (como la de su primera directora, la soprano Jone Martínez), y bienvenidas (como la de su actual directora, Irune Herrero Villa, alma de los arreglos corales, guía emocional y cómplice musical del grupo). Con ella, el repertorio de La Kora ha florecido hasta convertirse en un manifiesto coral que mezcla canto tradicional, txirigotas feministas, versiones combativas y arreglos musicales cuidados con una poética feroz.

Hoy no fue solo un concierto. Fue un repaso vibrante a todo lo que han construido: canto como herramienta de transformación, escenario como altavoz de denuncias, cuerpo como instrumento de protesta.

El público escuchó (y coreó) canciones como «Mujeres en bandada», himno compartido con la cantautora argentina Silvia Palumbo, y «Ilargi Berriak» del grupo Neomak, una pieza que conecta con la genealogía femenina y la memoria de las brujas.

Hubo espacio también para la reinvención de Santa Águeda en clave pagana y feminista, con letras propias que desafían la violencia convertida en tradición. O «Negua joan da ta» de Zea Mays, una metáfora luminosa de renacimiento que supuso un gran reto coral por su exigencia vocal y emocional.

No podía faltar «La greba», versión en euskera del clásico italiano «La Lega», símbolo de la revuelta campesina, reescrita con letra feminista y anticapitalista. La emoción creció con «Libre», de Izaro Andrés, desgarradora denuncia contra la cultura de la violación, y con «Gallo rojo, gallo negro», tema emblemático de Chicho Sánchez Ferlosio, donde La Kora subraya que el color negro no representa el mal, sino lo oprimido, y que el gallo rojo aún canta con fuerza en su garganta.

La velada incluyó también un homenaje a Tina Turner con «Proud Mary», una interpretación en clave rock-soul que sacó sonrisas y algún baile contenido. «Desde Santurtzi a Bilbao», canción popular reinterpretada con rap y percusión, y «Zutik», llamada coral a todas las mujeres silenciadas a lo largo de la historia, pusieron al público en pie.

El cierre, como no podía ser de otra forma, fue con «A quién le importa» de Alaska y Dinarama. Himno libertario, coreado con orgullo por todas las gargantas presentes. Porque en La Kora, cantar es resistir, recordar, denunciar, y también celebrar.

En sus palabras, «cantamos juntas para gozar y compartir, para experimentar la sororidad y comunicarnos, para expresar nuestros deseos de libertad y vida». No faltaron menciones a las múltiples colaboraciones: desde festivales como Zinegoak hasta las sirgueras y sardineras de Santurtzi, pasando por las lavanderas del Gran Bilbao, las solsticias del barrio de Irala y hasta un lugar en Wikipedia.

En el Bira se sintió todo eso y más. La Kora no es solo un coro, es un espacio político, emocional, comunitario, donde cada voz cuenta y cada silencio también. Un refugio hecho de notas y coraje, donde la música es memoria y resistencia.

Salimos del concierto con una certeza: que nunca callen los cantos.

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