Arroces del mundo es fiesta y reivindicación, denuncia de la situación de abandono de los barrios y sus habitantes, apuesta por la interculturalidad, reconocimiento de la riqueza que aporta la diversidad de personas y culturas. Es también exigencia de mejora de las condiciones de vida, lugar abierto a la participación espontánea, autogestión, trabajo en red, impulso de la participación ciudadana, espacio de relación, trabajo de sensibilización social sobre nuestra realidad, utilización del espacio público como lugar de encuentro, mestizaje, presencia de grupos y compromisos personales militantes que trabajan por un mundo nuevo, sensación de bienestar y disfrute y más, mucho más… pero si algo hay que subrayar, más allá de los aspectos teóricos o ideológicos es la posibilidad real que este día supone para conocer, contactar y relacionarse, es decir, tener experiencias concretas con personas de diferentes orígenes, culturas, creencias y situaciones personales. La jornada ofreció una buena oportunidad para poner en cuestión cantidad de estereotipos y prejuicios personales y sociales y posibilitar actitudes a favor de la integración social del diferente y de una convivencia normalizada.
El barrio de San Francisco y más concretamente, la Plaza Corazón de María, ha vuelto a acoger, por vigésimo primer año consecutivo esta iniciativa con la que la Coordinadora de Grupos ha querido llamar, una vez más, la atención sobre la interculturalidad y la diversidad que se da en estos barrios y a la vez reivindicar la riqueza que supone la interrelación entre las diversas personas y culturas.
Esta celebración hace frente a todos los prejuicios sobre la interculturalidad y demostrar que la convivencia entre distintas culturas es posible y muy enriquecedora.
Un año más, esta jornada festiva quiere recuperar las calles, reclamar el uso libre y responsable de las calles como espacios de encuentro, creación y reivindicación.























Y es que los barrios de Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala de Bilbao padecen desde hace muchos años una situación de grave exclusión social debida, en gran medida, al olvido y desinterés institucional respecto de estos barrios, de las personas que los habitan y de sus situaciones personales y sociales.
Esta realidad común a otros muchos barrios de ciudades del Estado suscita, aquí y allí, la organización de grupos de personas sensibles a estas situaciones que quieren denunciar la realidad existente y participar de forma activa en la eliminación de esta lacra social a fin de aportar condiciones de vida dignas para todas las personas más allá de sus orígenes, sentimientos y pertenencias culturales, políticas o religiosas.
En este marco surgió en el año 2004, a iniciativa de la Coordinadora de Grupos, este evento de carácter festivo y reivindicativo denominado Arroces del mundo, que pretende impulsar la participación social, la interrelación desde parámetros de normalidad y la integración de las personas que viven en los barrios, sean autóctonas o emigrantes.
El arroz como plato común a todas las culturas y en su diversidad de preparaciones, mezclas, colores, sabores… es un símbolo muy apropiado para representar la universalidad y la diversidad que se da en nuestros barrios y a la vez visualizar la riqueza que aporta la interrelación entre las diversas personas y culturas.