Por Laura Fontalba
El Movimiento de Pensionistas anunció ayer el éxito de la tercera asamblea de Mujeres Pensionistas celebrada el pasado viernes en Bergara, a la que asistieron 140 mujeres pensionistas, mujeres de otros movimientos y agentes sociales, y el Movimiento Feminista de Euskal Herria.
Andrea Uña lo definió como «una asamblea muy participativa, rica en emociones de tantas mujeres juntas generando un ambiente participativo y de debate». Gracias al trabajo realizado durante la asamblea, aprobaron un decálogo de cuidados que será su aportación a la huelga feminista del 30 de noviembre.
El decálogo contempla un total de diez premisas, partiendo de que el derecho al cuidado debe ser «universal». Es decir, demandan que toda persona que necesite cuidados debe tener acceso a los mismos, y que estos deben servir para garantizar los derechos y autonomía de las personas, quienes deben recibir cuidados profesionalizados, integrales y de gestión pública. Aunque, para ello, las condiciones laborales y salariales de las personas trabajadoras también deben ser dignas. Especialmente respecto a las trabajadoras de hogar, cuya labor debería reconocerse como cuidadoras profesionales, incluidas en el Régimen General de la Seguridad Social, eliminando la Ley de Extranjería, que es la que imposibilita su regularización.
Por otro lado, el decálogo menciona la necesidad de que los cuidados ofrecidos en residencias y centros de día públicos también sean de calidad, evitando crear negocio con las empresas privadas. «Las residencias deben ser pequeñas, más bien pisos o espacios tutelados y situados en nuestro entorno», consideran.
Finalmente, destacan que el cuidado «no puede ser cosa de mujeres» ni una «cuestión familiar». «Tenemos que hacer una importante labor ideológica para romper con esa idea de mujer como cuidadora», aseguran. En la misma línea, exigen una revisión de la relación entre el mundo laboral y las tareas de cuidado, que, actualmente, dificulta compartir la labor entre hombres y mujeres.




