Comunicado del Movimiento Feminista de Euskal Herria: Es en 1982 cuando se comienza a celebrar el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme, en conmemoración a las luchas de las mujeres que se opusieron a la OTAN. Especialmente a las que realizaron las protestas y acciones de Greenham Common. Y es que llevamos años reivindicando el rechazo a las guerras y los negocios armamentísticos y al igual que lo hicieron las greenham, lo hicieron también las Wipnet (Women in Peacebuilding), Women in black…
En Euskal Herria el movimiento feminista puso las primeras piedras hace ya varios años, rechazando la OTAN; dichas protestas se fueron manteniendo en momentos coyunturales (la guerra del Golfo, las violaciones masivas a nuestros cuerpos en la guerra de Bosnia, la invasión de Afganistán, tratando de llevar el feminismo a la dinámicas como la de Ongi Etorri Errefuxiatuak…), pero desde una perspectiva antimilitarista, internacionalista y basada en la solidaridad.
Así que el pasado 16 de diciembre les cogimos el testigo a nuestras predecesoras señalando a los/las responsables del envío de armas desde el Puerto de Bilbao. Después de la presión ejercida desde diferentes ámbitos, se han llevado dicha actividad al puerto de Santander; consiguiendo así, sacar el envío de Euskal Herria. Pero lamentablemente aquí se sigue produciendo armamento y el problema no ha desaparecido. Por lo que vemos conveniente convocar diferentes actos en torno a esta fecha.
Feministok gerrari planto…!
Porque las guerras son colonialistas, heteropatriarcales, imperialistas, racistas, clasistas y capitalistas y esto choca de lleno con las necesidades y reivindicaciones más básicas del feminismo. Porque las feministas no queremos un modelo social en el que las mujeres, sus cuerpos o sus territorios sean oprimidos bajo ninguna excusa.
Porque la guerra es destrucción, es todo lo contrario a la vida sostenible que reclamamos desde el feminismo. Además, en las guerras el heteropatriarcado se multiplica exponencialmente hasta el infinito y la violencia extrema contra las mujeres forma parte de una estrategia de destrucción.
El ejército puede ser considerado como una de las organizaciones patriarcales más importantes de cualquier sociedad y una de las más reveladoras respecto a la desigualdad que caracteriza las relaciones hombres-mujeres: jerarquización del poder, culto al jefe y su dominación, obediencia, violencia física, ausencia de espíritu crítico, un círculo cerrado de los “chicos”, etc.
Este modelo de masculinidad asociado a la fuerza y a la agresividad es una referencia creciente para los jóvenes, y muchas veces se suma al racismo en la formación de bandas. Así que, guerra, conflictos y militarización son expresiones de la violencia hecha natural en los sistemas capitalista y patriarcal, y los medios utilizados por estos sistemas para mantener su dominio. Es más, la militarización refleja la división de los roles en el patriarcado: el concepto de masculinidad es asociado con la violencia y las armas, lo que se refleja en la idea de que las mujeres necesitan de protección de los hombres y de las armas. Se eleva a la máxima así, el sistema de roles y género actual.
Además, las mujeres han padecido siempre los males de la guerra, psicológicamente, socialmente, económicamente y físicamente. Así pues, la violación masiva de las mujeres es parte integral de la guerra. Las mujeres y sus cuerpos fueron consideradas unas veces como botín de guerra, otras como moneda de cambio, como reposo del guerrero, como campo de batalla, etc. En todos estos casos, las mujeres son rebajadas al rango de objeto y percibidas como propiedad del hombre.
En las guerras confluyen el capitalismo y el patriarcado. No olvidemos que las guerras y toda su maquinaria son sostenidas por intereses económicos. Las élites económicas actúan junto a los Estados para mantener el control de los pueblos y de las mujeres. Otra muestra más de que el patriarcado necesita la violencia para subsistir.
Las guerras arrasan con las tierras y por lo tanto con los recursos y sustento de la mayoría de la población, generando así, mayor pobreza económica y dependencia hacia occidente. Este hecho es aprovechado a menudo por empresas y transnacionales que se benefician bajo el silencio de gobiernos e instituciones. Ante el aumento de este colonialismo salvaje, las mujeres se ven aún más sometidas y la violencia contra nuestros cuerpos y nuestros territorios aumenta hasta llegar a ser peligroso vivir en nuestra propia tierra.
Además, las guerras traen: aumento de violaciones, mujeres desterradas y chicas forzadas al tráfico humano y a la trata; una gran tasa de desplazamiento que resulta en un número altísimo de mujeres refugiadas; la violencia doméstica aumenta durante los conflictos armados y después de ellos; los presupuestos militares pesan mucho en las finanzas públicas lo que disminuye las inversiones en los servicios públicos (salud, educación, seguridad social, viviendas, protección del medio ambiente…).
POR LO TANTO, denunciamos:
– La presencia de la industria armamentística en nuestro territorio en el que empresas como SENER, ITP y SAPA, colaboran con su tecnología en la fabricación de armamento causante de la muerte de centenares de miles de personas. ¡La guerra empieza aquí!
– La invisibilidad de las mujeres y el papel de víctimas al que somos continuamente relegadas en los contextos de conflicto.
– El papel de las instituciones, gobiernos y Banca en el mantenimiento de los conflictos y la militarización. La manipulación de las políticas gubernamentales para este fin, aprovechándose económicamente de los conflictos (control de recursos naturales – petróleo, agua, minerales, entre otros -) en su propio territorio o de otros.
– El papel de las empresas transnacionales, arrasando pueblos enteros, exterminando a la población civil y criminalizando a quienes la defienden.
Por lo que exigimos / lograremos:
– El fin de los gastos militares, y por tanto, del presupuesto público utilizado para la compra de armas, la instalación de bases militares, la manutención de ejércitos y sus infraestructuras. Y por lo tanto, el fin de los ejércitos. Proponiendo además, alternativas a las actuales empresas armamentísticas..
– La participación de las mujeres (con igual importancia que los hombres) en los procesos de prevención y gestión de conflictos así como de manutención de la paz y de procesos de construcción post-conflictos. Además del reconocimiento de su sufrimiento en los conflictos y el trabajo realizado históricamente.
– Co-educación popular y educación para la paz. Un sistema solidario y que no valorice la violencia ni el comportamiento sexista.
– Crear conciencia y asumir responsabilidades colectivas.
– Que dejen de amenazar nuestros cuerpos, nuestros territorios y nuestras vidas.