Equipo de Ecuador Etxea
Hace 16 años llegamos a un local ubicado en la ribera de Deusto con ánimo de instalar allí lo que durante tanto tiempo ha sido la sede y el hogar de Ecuador Etxea. Hoy, con mucha pena, tenemos que despedirnos.
Durante muchos años, este trabajo ha ocupado nuestros días, nuestras noches y se ha convertido en nuestra forma de vida. Una vida que se ha desarrollado allí, en nuestra sede, en nuestro local, la «casa» por la que tantos colectivos sociales y activistas han pasado.
Ecuador Etxea ha sido un lugar de encuentro. Allí, hemos acogido clases de euskera, actividades, talleres, presentaciones, cursos y charlas de la mano de grandes personas y grupos que centran su vida en transformar el mundo a algo mejor, como Brigitte Vasallo, Hajar Samadi, Miriam Hatibi, Desirée Bela-Lobedde, Maitena Monroy o las compañeras de Kilimar Xuxurlak, Sökolé y muchas otras. Así como esas compañeras que han compartido con nosotras el espacio para llevar a cabo sus reuniones y actividades, como Pikara Magazine, el Sindicato de Estudiantes, Ozen! LGTB o Amekadi.
Nuestro trabajo está en las calles, cubriendo manifestaciones, concentraciones y otro tipo de actos que han ido marcando la verdadera personalidad de Bilbao y su gente: la solidaridad, la lucha social, el feminismo, el antirracismo…, siempre presentes; pero era en ese local donde se desarrollaba todo. Donde la edición de fotografías, vídeos y textos han ocupado largas horas de nuestro día; donde se desarrollaba todo lo que no se ve, pero que es imprescindible para que Ecuador Etxea sea posible.
Ecuador Etxea no ha sido un simple trabajo, no es una simple recopilación de imágenes; Ecuador Etxea ha sido constancia y empeño. Características gracias a las que, hoy día, tenemos la confianza y el apoyo de muchas personas que encuentran nuestra labor como algo imprescindible. Y estamos sumamente agradecidas. Aunque, por desgracia, no siempre la constancia y el empeño generan suficiente. Por eso, nos despedimos de nuestro querido local.
Los recursos económicos son muy limitados y, ahora mismo, no han dado para más. Llevábamos años soportando los gastos con nuestros propios recursos. Sosteniendo el espacio, sabiendo que, en cualquier momento, tendríamos que tomar una decisión. Ahora, gastadas todas las opciones, no nos queda otro remedio que despedirnos de Deusto. Despedirnos del barrio que, durante tantos años, nos ha acogido.

Aunque, si nos conocéis, sabéis que esto no acaba del todo aquí. Nunca hemos sido de las que se retiran a la primera de cambio. Así que, una vez más, nos renegamos a parar y nos reinventamos. Empieza una nueva etapa. Gracias a una entidad amiga que nos ha cedido un pequeño espacio en su sede, seguiremos trabajando y recopilando todo lo que ocurra para hacer visible lo que otras personas quieren que sea invisible. Nos vemos en las calles.