Por: Laura Fontalba
Hace unas semanas, Lola Duchamp impartió, en Ecuador Etxea, su taller Doña Sardina, actividad de fanzine: Memoria Feminista y Diversa. Durante toda una tarde y una mañana, las participantes aprendieron las principales técnicas de doblado del fanzine, la importancia de crear un boceto y estudiaron diversas formas de contar una historia. El único requisito era tener en mente la historia de una mujer de sus familias que les inspirase o conmoviese. Gracias a ello, con ayuda de pinturas y muchos otros materiales, crearon, a mano, su propio fanzine.
Amaia, Eva y Carla son tres de las participantes del taller. Para ellas, ha sido una experiencia bonita, con acompañamiento de ayuda mutua, un aprendizaje muy cercano, y conversaciones profundas y emocionantes. «Me pareció muy innovadora la manera en la que se utiliza el fanzine para dibujar lo que uno siente, porque a veces las palabras quedan cortas», explicaba Carla, y anadía: «Siento que se da una conexión bien bonita cuando empezamos a hablar y a dibujar».
De hecho, uno de los aspectos más importantes es que, gracias a esta actividad, tuvieron la oportunidad de conocer su lado más artístico, incluso si creían haberlo perdido o no tenerlo. «Siempre me he visto muy torpe para hacer manualidades, desde el colegio no he vuelto a hacerlas porque nunca he sentido que las hiciera bien y siempre me ha parecido que no servía. He visto con este taller que sí se pueden hacer cosas creativas, que puedes contar una historia y puedes contarla a través de tus manos», opinaba Amaia.
El taller demostró la importancia de crear espacios transversales en sociedades blancas. Dio la oportunidad a las participantes de compartir un espacio donde aprender a escuchar, aprender a cuidarse y aprender a quererse en colectivo. «Los fanzines permiten intentar articular esos discursos que se establecen como hegemónicos en otros formatos como es el libro, hacerlo como una especie de discurso de guerrilla intercambiable», explicaba Eva.
Entre las conversaciones, salieron temas interesantes, profundos y emocionantes. Contaron historias sobre sus familias, a la par que iban compartiendo otros temas sobre preocupaciones que existen a nivel social. Desde el respeto, debatieron en torno a todo tipo de opiniones. «Me ha gustado ver la profesionalidad de Lola, una mujer con mucho conocimiento artístico y sociológico. Lo ha trasladado de tal manera que ha sabido abrir temas que mezclaban muy bien la parte social, de dónde vienen ciertas violencias que sufrimos las mujeres y sufren las mujeres racializadas, con experiencias propias», decía Amaia.
En definitiva, fue una experiencia que, para Carla, ha permitido tejer afectos y sanar: «Compartir experiencias, referencias, lágrimas y risas. Es un poco de oxígeno en un momento en el que tal vez no estamos tan bien como quisiéramos, con gente con la que sintonizas muy bien».