Por Laura Fontalba
Basoa, la Casa de las Defensoras, es un proyecto de transformación social. Su origen está especialmente ligado a la solidaridad con las personas migrantes y refugiadas. Es un proyecto al que defensoras y activistas de diferentes movimientos sociales se han ido sumando.
Es un espacio liberado para conspirar, disfrutar y vivir la vida que soñamos. Una comunidad solidaria formada por defensoras y activistas que pretenden transformar el pensamiento crítico desde la práctica, impulsando el buen vivir y la convivencia horizontal, el feminismo, el eco-socialismo, la soberanía alimentaria, etc.
Este proyecto tiene muchos fines. Desde la acogida como lugar de descanso y encuentro para «defensoras/activistas de derechos» migrantes o autóctonas, en tránsito o permanentes, alojadas o no; hasta un espacio de formación, aprendizaje y reflexión. Una escuela transversal donde diversos movimientos se encuentran en reuniones, intercambios, talleres, cursos, conferencias, etc., en los que aprender sobre agroecología, salud, acogida, desobediencia civil, etc.
Su funcionamiento se basa en la autogestión. Sigue modelos alternativos de organización social, autonomía financiera, propiedad colectiva, autosuficiencia energética, consumo circular, ecológico y local. Allí, se prioriza una vida humilde y sencilla, en la que se disfruta del tiempo y los saberes, y se prioriza el afecto y cuidado mutuos.
Tal y como ellas especifican, se trata de un «territorio liberado para vivir, reír y soñar». Una casa-cruce del activismo con los habitantes del valle de Arratia y sus alrededores. También unida a la Red de Acogida Artea, que trabaja con personas migrantes y refugiadas desde el año 2016. Dirigido a todas las personas migrantes, refugiadas, defensoras y activistas; pero también a todas las personas, organizaciones, comunidades y movimientos sociales que combinen la transformación social radical y el desafío al poder establecido: «Un territorio libre para ir construyendo utopías, aquí y ahora».
Aunque este proyecto no sería posible sin la participación activa de todas las personas que habitan y se acercan al lugar. Así como las personas que colaboran con su tiempo o con su solidaridad económica —para apoyar a las defensoras, pagar el crédito de la casa o cubrir los gastos de mantenimiento—. La colaboración económica puede ser puntual o como persona asociada. En cualquier caso, cada persona escoge la cantidad a entregar para ayudar a Basoa a seguir adelante: «Este proyecto que puede ser tu casa, su casa y un techo en el cual construyamos juntas».
