No somos calle, aunque vivamos en la calle.
La calle es una casa para los sin techo
porque nos echaron del hogar.
Calle es nuestra casa, es fría en la noche.
No es un hogar, no es una casa,
no hay paredes, no hay techo.
El tiempo se deshace y nosotros también.
No somos calle, aunque vivamos en la calle.
Tenemos nombre, pero nos llaman calle.
Tenemos una historia, un pasado.
Vivimos en la calle y nos llaman calle,
nos dicen que callemos,
que no hablemos, que la voz se calle,
pero no nos callamos.
Nos llaman calle y nos piden que callemos.
No somos calle, calle de nadie, calle de todos,
calle que calla ante los sin techo,
calle que mata, calle que hiere,
calle canalla, calle solitaria,
calle extraña, calle insolidaria,
calle de todos, en la noche solo calle.
Me llamo Aitor, pero me llaman calle.
Me llamo María, pero me llaman calle.
Somos sin techo y vivimos en la calle.
Calle de bares, calle de terrazas,
calles llenas de gente que no vive en la calle.
Se nos pide que callemos, que no protestemos,
que no alcemos la voz, que seamos invisibles.
Perdimos nuestra casa, nuestra familia.
Dormimos bajo los puentes, en suelos fríos,
acompañados a veces por perros fieles,
que sin juzgarnos nos arropan
y dan calor, son nuestra gente.
No somos calle y nos piden que callemos,
que no protestemos, que no alcemos la voz, que calles.
Somos calle, un ejército de nadies,
una voz que atruena en las calles,
las calles son lechos, suelos, no hogares.
Para nosotros los sin techo, los calles,
nos callan, nos callamos, morimos en la calle.
Somos Aitor y María, tenemos nombre.
No somos calle, no nos callamos,
nuestra voz atruena en las calles, somos calle que no calla.
Isabel María Paniagua
