El año 2021 está llegando a su fin, y con ello, también los recuentos que cada año indican la miseria y la indefensión del proletariado. Este año, en Euskal Herria, por lo menos, 59 personas han perdido la vida trabajando, dos de ellos en Silbo; más de 10 personas sin hogar han muerto en la calle a consecuencia de la pobreza extrema; y ha habido más de 1000 desahucios. Esos ejemplos, entre muchos otros, son reflejo de la crueldad que vivimos diariamente.
Sin embargo, esas desgracias ni son naturales ni han sucedido solo a causa de la mala suerte, sino como consecuencia de una organización social determinada. En efecto, en el sistema capitalista no es posible garantizar el bienestar de las personas de manera universal, en tanto que se basa en la acumulación privada de la riqueza en manos de unos pocos a costa de la explotación y el empobrecimiento de la mayoría de la población. En consecuencia, la burguesía ejerce una violencia sistemática contra el proletariado: asesinatos laborales, desahucios, exclusión social, etc.
Además,la crisis generalizada que vivimos no hace más que agravar la situación. Las dificultades para acumular beneficios conducen a la clase dominante a implantar una restructuración social a costa de atacar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Por un lado, mediante el encarecimiento y el empeoramiento de los medios de vida, entre otros, la subida de precios de los bienes de consumo, la congelación de los salarios, el desempleo crónico o los recortes en servicios sociales. Por otro lado, a través de la supresión de los derechos civiles y políticos, mediante la criminalización de toda organización fuera de los cauces del estado o el control total de las poblaciones, tal y como estamos viendo en la gestión de la pandemia. A medida que estas condiciones se extiendan, es previsible que aumenten también las manifestaciones más crudas de la violencia capitalista mencionadas anteriormente.
La situación no va a mejorar por sí misma, y los partidos de izquierda institucionales no plantean ninguna solución real; es más, están aceptando y legitimando la ofensiva que estamos viviendo. Las reformas llevadas a cabo desde el estado no tienen capacidad de parar la violencia contra el proletariado, tal y como vemos con los decretos-ley en contra de los desahucios. Los cambios que realmente valgan la pena, vendrán de la mano de reforzar la organización independiente e integral que luche a favor de los intereses universales.
En ese sentido, es necesario movilizarse. Coincidiendo con el fin de año, saldremos a la calle el 30 de diciembre para denunciar las expresiones más crudas de la violencia capitalista, para homenajear a las y los trabajadores muertas por ella y para revindicar la necesidad de la organización independiente del proletariado.
Para que no los tengamos que contabilizar cada año, hagamos frente a la violencia capitalista.
Kontseilu Sozialista Bilbo
