Por Laura Fontalba
En un encuentro muy cercano y acogedor, el pasado viernes, Jairo Berbel presentó su primera novela titulada: Siempre. La leyenda de la pecosa de ojos verdes, en la librería Louise Michel, en Bilbao. “Habrá miles de historias como esta, ¿no? Pero, por lo menos, esta es real”, aseguraba Jairo con un gesto de orgullo en su rostro.
«El amor es lo único que trasciende en el tiempo y en el espacio», son las primeras palabras que Jairo Berbel dedica a Yulexi Carolina Chévez Vélez. Una persona que marcaría su vida y su forma de ver el mundo. «Era una inyección de moralidad y de energía que va directa al corazón», aseguró durante la presentación.
Jairo estudió periodismo en Leioa. Al acabar sus estudios, decidió irse a Ecuador con una de sus mejores amigas y, allí, trabajando en una productora mediante la que contaba historias de carácter social, tuvo la inesperada y gran oportunidad de conocer a Yulexi. «La entrevisté y grabé todo lo que me llamó la atención: su rostro, su sonrisa… tanto fue así que tardé más de dos horas en darme cuenta de que tenía una prótesis», explicaba Jairo. Al poco tiempo, se convirtió en su amor. “Fue tan intenso y vivido cada instante que parece que fue toda una vida desde entonces”, admitió.
Para Yulexi, la vida no fue sencilla, aunque con mucha fortaleza se aseguró de apreciar cada instante y contagiar a quienes le rodeaban con sus ganas de seguir. Ni siquiera que le diagnosticasen cáncer de huesos a sus trece años y tuvieran que amputar una de sus piernas logró detenerla. “Desde los trece años hasta los dieciocho no paró ni un segundo”, contaba Jairo, porque para ella la discapacidad nunca fue sinónimo de incapacidad.
Yulexi Carolina Chévez Vélez luchó para cambiar el mundo, defendió la sanidad de su país, rompió con los estereotipos, y actuó siempre con mucha valentía y desde el amor. En 2013, se atrevió a modelar en un desfile organizado por la fundación Jóvenes Contra el Cáncer, en Quito. Jairo explicó cómo ella, en cierta manera, odiaba ese tipo de desfiles porque sólo representaban estereotipos perfectos. Por eso, a la par, fue tan importante que participase. “Mucha gente le preguntaba: “¿No te da vergüenza desfilar con biquini y con la prótesis?”, pero a ella le importaba cero todo eso”, recordaba Jairo, porque lo que Yulexi pretendía era lograr un cambio. Y tanta fue su perseverancia que, cuando falleció, creó un precedente. “Cada vez que se celebra el desfile de moda, que se ha hecho en Quito, Colombia, Argentina… se utiliza su imagen. Su legado, en cierta manera, sigue allí”, explicaba con mucho orgullo.
Siempre. La leyenda de la pecosa de ojos verdes cuenta su historia. La historia de una joven intuitiva que no paraba quieta y que, en ocasiones, jugaba con muñecas “a las que se les rompía una pierna”. Jairo aprendió muchas cosas de ella, aunque la más importante la resumió con una cita de Victor Hugo que dice así: “Desgraciado quien no haya amado más que a cuerpos, formas y apariencias, la muerte se lo arrebatará todo, abraza a las almas y un día las volveréis a encontrar”.
Durante su estancia en Ecuador, Jairo viajó mucho y, gracias a ello, conoció muchas historias de vida y formas de pensar que, a día de hoy, siguen construyendo sus actos. Pero con Yulexi aquel aprendizaje fue mucho más allá. Vivieron juntos sus últimos días y, aunque, por desgracia, fue menos tiempo del que hubieran deseado, Jairo Berbel siempre la recordará como una de esas personas que llega a tu vida para dejar huella: “Esta historia nace como suelen hacerlo las mejores historias, las que no planeas ni las adjuntas en una libreta, son aquellas que llegan a tu vida y la cambian por completo dando un vuelco a tus verdades más absolutas”.