Por Laura Fontalba
El pasado viernes 10 y sábado 11 de febrero, tuvimos el placer de acoger el taller de fanzine, diversidad y memoria feminista de Doña Sardina, impartido por Lola Duchamp, en el edificio La bolsa, en Bilbao. Un taller en el que varias mujeres aprendieron a hacer fanzine y la capacidad de contar historias a través de ello.
Se trata del tercer año consecutivo en el que Lola Duchamp comparte este espacio junto a Ecuador-Etxea. Duchamp es artista visual, ilustradora, fanzinera, investigadora y gestora desde el año 2008. En esta ocasión, dividió el taller en dos partes, comenzando por una parte más teórica, y terminando, el sábado por la mañana, con la parte práctica.
Durante la tarde del viernes, mediante el uso de ejemplos en los que mencionaba a algunas autoras como Ursula K., Sally Morgan o Sara Ahmed, Duchamp quiso hacer hincapié en “la importancia de contar historias”. Habló sobre La teoría de la bolsa de transporte de Ursula K. Le Guin, y de cómo esta supuso una nueva forma de narrar. Una obra de ciencia ficción que se centra en la producción de mundos alternativos. Ursula, a partir de los planteamientos de Elizabeth Fisher, crea una matriz narrativa en forma de bolsa donde aúna la ficción y la historia.
Siguiendo el mismo hilo, Duchamp habló sobre la novela titulada Mi lugar. En esta ocasión, una novela autobiográfica de Sally Morgan, en la que la autora relata la vida de tres generaciones de mujeres y la búsqueda de “la verdad”. En esta novela, la autora, por medio de la recopilación de las historias de sus antepasados, recorre vidas llenas de abusos, esclavitud y niños mestizos (hijos de las aborígenes y los patrones blancos). Se le reconoció como uno de los primeros testimonios de la “generación robada” de los niños de sangre mixta.
Tras unas breves explicaciones sobre el mundo literario: las novelas de ficción y las históricas, o sobre cómo ambos géneros pueden intercalarse; Duchamp puso como reto a las participantes del taller escoger la historia personal o una anécdota de una mujer de sus familias para reflejarla por medio de un fanzine. “Cuando elegimos a una mujer y vemos la dificultad de hablar de ella, tiene mucho que ver con cómo nos vemos a nosotras mismas”, les explicó.
De hecho, Duchamp habló sobre su fanzine “¡Ay, mamá Inés!”, y sobre lo difícil que fue para ella hablar de su madre, de su infancia y del lugar en el que nació, Guayaquil. “El fanzine habla de mi madre y de mí, habla de los procesos de blanqueamiento social durante la colonia y cómo me di cuenta de que se habían cimentado valores en la ciudad donde nací, Guayaquil, para luego calar a distintos niveles sociales”, explicaba. Se trata de un relato que nació como fanzine independiente, y terminó formando parte su Diario de pesadillas de una Jíbara Caníbal.
La mañana del sábado, las participantes del taller fueron las protagonistas. Tras un pequeño espacio en el que Duchamp les explicó distintos métodos para plegar sus fanzines, llegó el momento en el que tuvieron que liberar su imaginación y reflejar la historia que hubiesen escogido. Los temas que abarcaron fueron muy variados: historias personales en las que recogían los recuerdos de sus madres o abuelas, las relaciones intrafamiliares o sucesos que no se deben olvidar, como el caso de Las 11 de Basauri.
Sin seguir ninguna norma, con un estilo propio y con la libertad de ser “imperfecto”, mediante recortes de revistas, papeles de colores, pinturas y mucha dedicación, el taller de fanzine terminó convirtiéndose en un agradable encuentro en el que compartir historias personales de mujeres a las que, de algún modo, homenajear por medio de este arte.
