Por Laura Fontalba
El pasado viernes, la librería Louise Michel recibió a Perla, Afropoderossa, en la presentación de su libro España no es solo blanca; con el que da voz a todas aquellas figuras negras que fueron invisibilizadas y silenciadas a lo largo de la historia, y destapa una visión alternativa de España por medio de la cultura y la vida que en ella construyeron.
Perla, nacida en Guinea Ecuatorial, aprovecha su influencia en Redes Sociales para crear espacios de reivindicación africana en los que desmiente prejuicios y estereotipos; da visibilidad a la población afrodescendiente residente en España; y anima a mujeres negras a dejar a un lado el canon de belleza occidental. Por medio de sus publicaciones, planta cara al racismo e invita a toda la población afrodescendiente a aceptar sus características físicas y sentirse orgullosa de lo que esos rasgos representan: una historia de lucha.
Para Perla, llegar a España no sólo supuso enfrentarse a grandes choques culturales, sino que con ello entendió el trasfondo de la palabra negra. «Cuando llegué al instituto me di cuenta de que era negra (…) Yo no sabía lo que era el racismo. Se habían metido conmigo por muchas cosas, pero nunca por ser negra (…) El problema era que, en aquel entonces, los profesores tampoco hacían nada; el racismo no se hablaba, no existía. Crecí en una casa de acogida con padres españoles y vivía racismo allí también, pero yo no sabía lo que era. Sabía que era marrón, pero no entendía que se metiesen conmigo por ello», explicaba. Fue entonces cuando las palabras del poema Me gritaron negra, de Victoria Santa Cruz, empezaron a resonarle.
Haber sido colonia española hasta 1968 ha hecho que Guinea Ecuatorial comparta muchas similitudes con España. Sin embargo, cuando Perla llegó y se sumó al sistema educativo, se encontró con un problema: la forma en la que se narran las historias. «En Guinea Ecuatorial el sistema educativo funciona según los conocimientos que tengas, no según tu edad (…) Al llegar aquí, con 12 años, mi nivel educativo era de tercero de primaria», relataba y añadía: «Tuve una lucha interna entre que aún no había estudiado mucho y que lo que había vivido no cuadraba con lo que en España se estudiaba. Los únicos referentes de África en el colegio eran esclavitud y pobreza. Se hablaba de historia universal, pero se centraba en Europa, un poco de Latinoamérica, algo de Asia…, no África; como mucho, documentales sobre pobreza, voluntariado blanco, pueblos remotos… o la película de Hotel Ruanda».
Ella, en casa, se crió bajo la educación colonial. «España conquistó casi medio mundo y toda la gente que vivía fuera de suelo europeo también era española. Mi abuelo también era español; pero no sólo los guineanos eran españoles, también hubo muchas generaciones afrodescendientes residiendo en España, que eran españolas», manifestaba. Ejemplos como Juan Latino o Eleno de Céspedes, considerado uno de los primeros hombres transexuales de la época moderna, mulato e hijo de una esclava negra y su «propietario». Con ellos, recordaba a muchas generaciones afrodescendientes, que fueron españolas sin derechos. «Guinea Ecuatorial era un almacén de España. Los guineanos eran considerados menores tutelados por España; un niño español blanco de 5 años tenía más derechos que un guineano de 50», denunciaba.
Desde su llegada a España, Perla se ha hecho muchas preguntas, pero la mayor de ellas es: ¿Qué hacía un país que está en medio de África siendo parte de España? «Fue una invasión; fue una masacre (…) Si tú entras en mi casa a la fuerza, aunque no me des una paliza, eres malo». Ahora, explicaba que el problema reside en la falta de reparación y memoria histórica. «Hay españoles que me han dicho: Hablas muy bien español para ser africana, y yo pienso: En Guinea se habla español. A mi abuelo le inculcaron el franquismo. En Guinea se tienen más privilegios por ser blanco, porque se os ve como salvadores. Hasta día de hoy, se sigue pensando que Dios es blanco. Realmente, hasta día de hoy, Dios es blanco. Mi madre es cristiana, si yo le digo que Jesús es negro, me diría: ¡abominación!». La realidad es que los guineanos sí eran españoles, pero sólo por ser parte de la colonia. No tenían derechos, no podían caminar o comer con los blancos ni en su propio territorio. Si un día faltaban a trabajar, recibían palizas. A día de hoy, para Perla, el único alivio es que aún existan “enciclopedias humanas”, muchas personas que lo vivieron y aún pueden contarlo.
Cuando Perla regresó a su país en 2019, sufrió un nuevo choque cultural. «Ya no me sentía guineana. Tenía una fusión de cultura, pero ya no era ni de allí ni de aquí», lamentaba y añadía con humor: «En mi país me llaman españolita y, aquí, de todo menos española». Ella entiende que el español “de a pie” no es culpable directo; pero si habla de racismo, sí habla de su vecino, que siempre “le da por saco” por ser negra. El que es racista sí tiene una responsabilidad. «Pedro Sánchez me dará por saco de otra manera, pero no le tengo que ver todos los días», bromeaba y continuaba explicando: «La discriminación es muy humana. El problema es cuando se convierte en algo institucional. El que dice “Mira ese blanco” no lo hace sujeto a una ideología y a un sistema de opresión».
A lo largo de la historia, el racismo ha sobrepasado todos los límites. Perla recordaba a Sarah Baartman, una chica sudafricana que, con un cuerpo acorde a su etnia, fue llevada a Europa para exponerla en una jaula y que los blancos pudiesen verla. «La metieron en la prostitución, porque muchos blancos querían saber qué se siente al tener sexo con un animal con cuerpo de mujer… A día de hoy, se cree que de ahí también viene la gordofobia; si las blancas no querían verse como Sarah, tenían que estar delgadas. (…) La moda de la delgadez es reciente, de los 2000. Antiguamente, en cuadros, esculturas… la gordura se relacionaba con la fertilidad, la vida sana y la belleza. Llegué a España pensando que como mujer delgada iba a encajar, pero me encontré con que no tener “cuerpo de negra” era una nueva razón para no ser válida».
Todas estas realidades son parte de una historia ignorada y olvidada. Mujeres negras que no sólo tuvieron que luchar contra el machismo; sino que lucharon para abolir la esclavitud, el racismo… y mucho más. «Cuando tú tuviste el derecho a votar, seguías teniendo esclavos en casa», sentenció Perla. España no es solo blanca reivindica la historia y el lugar de todas aquellas personas afrodescendientes que fueron, son y seguirán siendo españolas. «Mucha gente me dice: Leo tu libro y es como si te escuchase hablar. Yo no soy técnica, yo soy campechana. Yo quiero que mi libro lo entienda cualquier persona, incluso gente que no sabe muy bien castellano, también gente muy joven… Ojalá algún día, en algún colegio, este sea un libro obligatorio», terminaba anhelando.
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