Sandra era una mujer invisible ante los ojos de la sociedad. Es por eso que nadie pudo evitar su muerte, independientemente de que haya sido ocasionada por un suicidio o provocada por alguien. Lo cierto es que esa duda siempre estará presente y la única certeza que tenemos es que el silencio fue la causa de su muerte.
Sandra sufría en silencio violencia de género. Como toda mujer luchadora superó muchos obstáculos, pero no pudo liberarse de las ataduras que le impedían seguir viviendo.
Como colectivo migrante, nos parece importante resaltar que, pese a todos los trabajos realizados hasta ahora en temas que abordan la problemática social de las mujeres migradas, aún queda mucho por hacer para garantizar sus derechos y libertades. Detectar a tiempo posibles casos de violencia de género sigue siendo un auténtico desafío, especialmente en el colectivo de mujeres paraguayas. La violencia machista está tan arraigada en nuestra cultura que muchos actos machistas pasan desapercibidos ante nuestros ojos.
En nombre de su madre Dionisia Bareiro y su hija Adriana Leticia, exigimos a las autoridades paraguayas que se encarguen de todos los aspectos técnicos y económicos relacionados con los procedimientos para saber qué pasó con Sandra. No solo se trata de repatriar el cuerpo, también demandamos al consulado paraguayo, como máxima autoridad que nos representa, que se comprometa a involucrarse de una manera más activa en el esclarecimiento de los hechos que llevaron a la muerte de Sandra.
Queremos llamar a la conciencia ciudadana para reivindicar los derechos de las mujeres migradas y decir NO al silencio, NO a la indiferencia social, NO a la violencia machista.
Queremos unir nuestras fuerzas y dar voz a todas las mujeres invisibles que sufren en silencio, sensibilizar a la sociedad en cuanto a la necesidad de visibilizar casos como los de Sandra.
Por Comunidad Paraguaya en Euskadi